El mundo financiero muchas veces no da tregua. No obstante, José Brítez Infante encontró en la paternidad una brújula emocional que no lo detuvo, pero sí lo hizo más consciente.
Padre de Pauli y Guille, y compañero de vida de Gabi, reconoce que ser papá no cambió su liderazgo de forma radical, pero sí le trajo claridad al momento de decidir qué es verdaderamente importante.
“No sé si influyó la paternidad en mi forma de liderar, pero lo que sí me generó es mayor conciencia a la hora de tomar decisiones”, confiesa.
Cuando sus hijos llegaron al mundo, tanto él como su esposa trabajaban, y aunque no bajó el ritmo laboral, decidió sacrificar algo: el tiempo con sus amigos, para poder ganarlo en familia.

“Tuve que sacrificar mucho tiempo que les dedicaba a mis amigos, como ser los Exas, para poder aprovechar todo ese tiempo con ellos”, rememora.
Los años pasaron, y hoy, con Pauli de 26 años y Guille de 20, José mira con satisfacción el camino que sus hijos están construyendo.
“Lo que más me emociona es ver a Pauli y a Guille desarrollarse. Ambos están forjando su futuro, cada uno en lo que le gusta. El éxito de ellos, tanto en lo emocional como en lo profesional, siempre digo que sería haber cumplido como papá”, asegura.
Y es que ese orgullo no nace de grandes gestos, sino de lo cotidiano: llevar a Pauli a sus primeras salidas nocturnas, acompañar a Guille en su pasión por el karting, y ser ese papá presente en cada evento deportivo.
Aun así, reconoce que no lo hizo solo. En Gabi encontró una aliada incondicional, la columna vertebral de la crianza.
“Tengo que reconocer que Gabi es una mamá y papá más que presente. Ella me dio la seguridad para enfocarme en algunos momentos más en lo laboral”, revela.
Los recuerdos que más valora no son grandilocuentes, sino íntimos: las charlas, las vacaciones en familia, los almuerzos de fin de semana, el calor de los primos, tíos y abuelos.
“Cada vez se hace más difícil porque ya están grandes y tienen sus propias prioridades, pero podemos darnos un tiempo para disfrutar en familia... Eso no tiene precio”.
Más allá del éxito profesional
Para José, el legado no está en un apellido en una placa empresarial, sino en algo más profundo y humano: “Que sean auténticos, personas sencillas, cercanas. En síntesis, que sean buena gente”.
Y aunque los impulsa a perseguir sus sueños con esfuerzo, también les recuerda que no hay crecimiento sin caídas, ni éxito sin desafíos.
“Que no tengan miedo de caerse y pararse, que se desafíen si quieren cambiar de industria”, comenta.
Para José, el mensaje que quiere dejarles a sus hijos es “que siempre hice lo mejor posible, que traté y trataré siempre de transmitirles buenos valores... Que sepan que si pude crecer, se debió a la inversión en aprender, en laburar, muchas veces, de sol a sol”.
Porque para él, el verdadero reconocimiento no está en los números, sino en el amor de su familia y el respeto de quienes lo conocen.
“No hay que tener miedo a los desafíos. Las decisiones se deben tomar con mucha responsabilidad”, sostiene. Y eso no solo lo dice el empresario, lo dice el papá.