El Festival de Cannes volvió a convertirse este mayo en el epicentro mundial del cine. La 78ª edición, celebrada en la luminosa Costa Azul del 13 al 24 de mayo, no solo presentó algunas de las obras más esperadas del año, sino que también reafirmó su relevancia como termómetro cultural y político. La actriz francesa Juliette Binoche, en su rol de presidenta del jurado, aportó una mirada sensible y comprometida a una edición marcada por la diversidad de voces y estilos.
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El Palais des Festivals celebró con una programación oficial que incluyó nombres ya consagrados y nuevas voces. Entre las películas en competencia destacaron Romería de Carla Simón, una historia íntima ambientada en la España rural; Simple Accident del iraní Jafar Panahi, que llegó al festival sorteando la censura en su país; y The Phoenician Scheme de Wes Anderson, que apostó por una narrativa fragmentada y visualmente exuberante. También se proyectaron propuestas provocadoras como Eddington de Ari Aster y Alpha de Julia Ducournau, reafirmando el lugar del festival como plataforma de experimentación cinematográfica.

Fuera de la competencia oficial, los estrenos de alto perfil también hicieron ruido. Spike Lee presentó Highest 2 Lowest, una comedia negra con fuerte carga política, mientras Tom Cruise aterrizó en la Croisette para la premiere de Mission: Impossible – The Final Reckoning, cerrando su saga de acción con despliegue de fuegos artificiales, literalmente y en pantalla.
Como cada año, el desfile de celebridades fue una pasarela paralela que marcó tendencia y acaparó flashes. Rihanna apareció radiante luciendo embarazo con un vestido azul de alta costura, acompañada de A$AP Rocky. Eva Longoria celebró sus 20 años en Cannes con un look clásico en negro bordado, mientras Mia Threapleton evocó el legado de su madre, Kate Winslet, en verde esmeralda. Entre las apariciones más comentadas estuvo la de Alexander Skarsgård, que se animó a un conjunto osado de botas altas y cuero, rompiendo moldes en un festival que este año impuso nuevas reglas de vestimenta más estrictas y contenidas.

El evento también estuvo marcado por un fuerte componente político. La gala de apertura rindió homenaje al director David Lynch, fallecido en enero, con una emotiva interpretación musical a cargo de Mylène Farmer. Durante el certamen, más de 350 artistas y profesionales del cine firmaron una carta denunciando la violencia en Gaza, con especial atención al caso de la fotoperiodista palestina Fatima Hassouna, protagonista de un documental incluido en la selección oficial.
En el plano de los reconocimientos, dos leyendas del cine fueron homenajeadas con la Palma de Oro honorífica: Robert De Niro, que la recibió en la ceremonia inaugural, y Denzel Washington, a quien se le entregó el galardón de forma sorpresiva antes de la proyección de su nueva película. Estos momentos reforzaron el espíritu transversal de Cannes, que celebra tanto la innovación como la trayectoria.

Una vidriera imprescindible
Cannes 2025 volvió a conjugar cine, política y espectáculo en un encuentro que no pierde vigencia. La Riviera Francesa se vistió de gala una vez más, pero lo hizo con los pies en la tierra y los ojos puestos en el mundo. En un contexto global convulso, el festival demostró que el arte cinematográfico sigue siendo un refugio, una trinchera y, sobre todo, un lugar de encuentro.
Cannes sigue siendo una catapulta inigualable para el cine de autor. Su capacidad para visibilizar voces independientes, cinematografías periféricas y propuestas arriesgadas lo convierte en un espacio de legitimación artística que pocas plataformas pueden ofrecer. Una película que recibe reconocimiento en Cannes no solo accede a mayor distribución internacional, sino que queda marcada por el prestigio que otorga este escenario. Para muchos directores emergentes, la simple inclusión en alguna de sus secciones —sea la Competencia Oficial, Un Certain Regard o la Quincena de Cineastas— representa un antes y un después en sus carreras. En tiempos de algoritmos y contenido efímero, Cannes sigue apostando por el cine como obra, como lenguaje, como declaración.

Al mismo tiempo, el festival ejerce una atracción magnética sobre las grandes estrellas. La exposición mediática que ofrece no tiene comparación: la alfombra roja de Cannes no es solo una pasarela de moda, sino una ceremonia de consagración. Actrices, actores, diseñadores y marcas luchan por estar presentes porque saben que la proyección que otorga el festival va mucho más allá del cine. Es también una ventana global que conecta con el lujo, la cultura, la política y la sensibilidad de la época. En Cannes, las estrellas no solo presentan películas; se reafirman como íconos en un escenario que, año tras año, renueva su promesa de eternidad.