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En Paraguay, las fechas santas no son tales si no incluyen un chipa apo familiar en el que se gestan las más diversas formas de este alimento que tanto nos gusta.
Y es que la chipa, una comida ya de por sí diversa en nombres, ingredientes o rellenos, también se presta para deleitar a la vista con variedad.
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En qué consiste la tradición del chipa apo
La tradición de preparar chipa en familia durante la Semana Santa, conocida como chipa apo, se lleva a cabo principalmente el Miércoles Santo, aunque algunos lo adelantan al martes.
Este día, las familias se reúnen para elaborar este alimento emblemático, que será consumido durante los días de reflexión y ayuno.
La preparación de la chipa es una actividad comunitaria que fortalece los lazos familiares y culturales. Todos están incluidos para preparar la masa, mientras se calienta el tatakua.
Cada año nacen nuevos “modelos” de chipa. Los clásicos de los más pequeños son los graciosos yacarés u otros animales; seguramente el carpincho o capibara será protagonista en estos momentos, por su creciente fama mundial como animal tranquilo y adorable de las redes sociales.
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Algunos optan por hacer letras y formar palabras o hasta frases; otros se decantan por elaborados diseños de rostros o plantas; y los menos creativos van a lo seguro: el bollito o la argolla.

El pa’i akã y la palomita también son formas muy tradicionales, aunque ya menos extendidas. Incluso, hay quienes picarescamente optan por darles formas de parejitas.
El objetivo, más allá de un buen rato en compañía de los seres queridos, es disfrutar de esta rica comida típica paraguaya, que aguanta “el recalentado” de los siguientes días, sobre todo el del Viernes Santo, cuando, dicen los más católicos, no se debe cocinar ni trabajar, hacer fiestas o comer carne roja, entre otras prohibiciones.
¿Qué se come el Viernes Santo?
Ya que no se come carne roja, este es el prime time de los pescados y las verduras. Pero también son infaltables la sopa paraguaya y la chipa preparada con antelación.
¿Y en otros países? Un clásico en España, por ejemplo, son las empanadas de vigilia y la empanada gallega de atún o bacalao.

Esta costumbre, especialmente de Galicia, Castilla y Andalucía, forma parte del repertorio de comidas sin carne que se preparan en dicha zona por respeto a la abstinencia católica.
Además de la empanada gallega de vigilia, que está rellena de atún, bacalao, espinacas o verduras –y en verdad se asemeja más a lo que para nosotros es una tarta, no una empanada–, también se acostumbra a consumir un potaje de vigilia, hecho con garbanzos, espinacas y bacalao.
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¿Están permitidos los dulces? Parece que sí, porque los españoles, que son bien católicos, comen torrijas, un pan empapado en leche, que también lleva huevo y además está frito y espolvoreado con azúcar o bañado en miel, típico de Semana Santa; buñuelos de viento; roscos y otros dulces de Cuaresma.

En Italia, son usuales la tarta pascualina, las empanadas de pescado y la sopa minestrone.
Otro país muy católico es México, donde las empanadas de vigilia están rellenas con atún, queso y camarón seco; las tortitas de camarón con nopales; y de postre la capirotada: un pan con miel, banana, pasas y queso.

En el Perú, muchas familias conservan la tradición andina de servir los “siete platos”, una comida simbólica compuesta por siete preparaciones distintas sin carne, en recuerdo de los dolores de la Virgen María.
Entre los platos más comunes están el escabeche de pescado, la sopa de habas, el ají de olluco y diversas preparaciones con quinua, papas y vegetales. Para el postre, se sirven clásicos como el arroz con leche y la mazamorra morada.
El Viernes Santo en Argentina se caracteriza por una cocina sencilla, basada en pescado y vegetales. Las empanadas de vigilia, rellenas de atún o espinaca, son populares, pero también se prepara pescado al horno o frito, y tartas saladas, como la pascualina, con acelga y huevo duro.
Si nos vamos más lejos, a Filipinas, el Viernes Santo se respeta con una dieta austera basada en vegetales y arroz. Se sirven platos como el ginataang gulay (verduras en leche de coco), pescado hervido con arroz, y lumpia rellena de vegetales.
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La carne se evita por completo, y se preparan dulces locales como el bibingka (pastel de arroz con leche de coco) o el puto (bizcochitos de arroz al vapor), que acompañan las reuniones familiares tras los actos litúrgicos.
Un sabor para cada día
No solo el Viernes Santo tiene sus instrucciones y costumbres. También el resto de la Semana Santa sigue algunas tradiciones culinarias en distintos países.
El Domingo de Ramos en España, especialmente en la región de Castilla y León, se prepara la sopa de ajo. Este plato, sencillo pero reconfortante, está elaborado principalmente con pan duro, ajo, pimentón, huevo y a veces jamón.
En ciertas áreas de México se elabora el pan de Ramos, un tipo de pan especial que se lleva a bendecir a la iglesia y es compartido entre las familias.
El Jueves Santo en Colombia es común preparar el ajaco, una sopa espesa hecha con tres tipos diferentes de papas, pollo y guascas. Se consume sin carne roja en respeto a las tradiciones de abstinencia de la Semana Santa.
Para este mismo día, una costumbre interesante en Perú es la preparación de los 12 potajes, representando a los doce apóstoles. Este banquete incluye dulces, guisos y pescados.
Del viernes ya hablamos, y el Sábado de Gloria, en Grecia, es costumbre disfrutar de la magiritsa, una sopa elaborada con vísceras de cordero, hierbas aromáticas y un huevo batido con limón, que simboliza la conclusión del ayuno.
En Brasil, sobre todo en regiones del noreste, se degusta el vatapá, un puré espeso hecho de pan, leche de coco, maní y mariscos, inspirado en influencias africanas.
El Domingo de Resurrección, en Alemania, es momento de degustar uno de los dulces más tradicionales, el Osterlamm, un pastel dulce en forma de cordero que simboliza la pureza y el sacrificio de Cristo; mientras que en Rusia, el paskha es un postre de Pascua ampliamente popular, elaborado con queso cottage, manteca, huevos y azúcar, un plato que se sirve a menudo para romper el ayuno de Cuaresma.
Y no creas que ahí termina todo: el Lunes de Pascua, en Francia, es típica la preparación de la omelette pascale, que se comparte en un ambiente festivo, simbolizando la alegría de la resurrección.
En Polonia, el żurek z jajkiem es un plato esencial: se trata de una sopa agria de centeno que se sirve con huevo cocido y salchicha blanca, marcando el fin del ayuno.
Lo más singular: costumbres que sorprenden
Más allá de los típicos platos con pescado o potajes, algunos países tienen costumbres singulares que quizá te llamen la atención.
En Ecuador, por ejemplo, se come fanesca en Semana Santa. Este es uno de los platos más complejos y únicos del mundo cristiano. Se trata de una sopa espesa que lleva 12 granos diferentes (representan a los apóstoles), bacalao, leche, calabaza, queso, banana frita y huevo duro. Su sabor es intenso y su preparación puede tomar varios días. Es tan simbólica como festiva, y solo se consume en Semana Santa.

Un postre que destaca se da en Guatemala, donde se comen torrejas con miel de caña, parecidas a las torrijas españolas, pero hechas con pan francés relleno de dulce de leche, bañado en huevo y frito, y luego sumergido en miel de caña con canela y clavo. En definitiva, una bomba de sabor y energía, que contrasta con la austeridad del calendario litúrgico.
Para vos, ¿qué sabores tiene la Semana Santa?