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Ubicado en el corazón de Kioto, el templo Rokuon-Ji, conocido comúnmente como el Pabellón Dorado, es una joya arquitectónica que atrae a miles de turistas cada año. Este templo no solo es famoso por su impresionante belleza, sino también por su rica historia que se remonta al siglo XIV.
Construido originalmente como una casa de retiro para el shogun (gobernante militar) Ashikaga Yoshimitsu, el Pabellón Dorado fue construido para que el gobernante militar pueda disfrutar de la serenidad de la naturaleza y la filosofía zen. Se terminó de edificar aproximadamente en 1397. Hoy es un símbolo del periodo Muromachi, según los registros.
Al ingresar al parque, un caminero de piedras y arbustos genera gran expectativa sobre cómo será la estructura dorada. Ya a la vista, este templo adornado con hojas de oro puro se refleja en las tranquilas aguas del estanque que lo rodea.
Quienes concurren a disfrutar de su paisaje experimentan la serenidad y la belleza de la cultura japonesa en un espacio de reflexión.
La panorámica parece sacada de un cuento de hadas o de icónicas pinturas de la expresión artística japonesa. El estanque -conocido en japonés como Kyoko chi– que rodea esta antigua estructura actúa como un espejo.
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A lo largo de los siglos, este santuario pasó por varias modificaciones. En 1950, una tragedia casi termina con esta majestuosa obra, pero recuperó su esplendor tras una reconstrucción sin perder su esencia. Algunos de sus rasgos están inspirados en el palacio imperial de Tokio, capital de Japón; y cuenta con tres niveles.
Actualmente no está permitido el ingreso a su interior. Incluso, por las distintas travesías que rodean al templo no es posible transitar con bebidas o alimentos.
En 1994, la Unesco declaró el Templo Dorado como Patrimonio de la Humanidad.