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Caracterizado por la rigidez muscular progresiva y espasmos musculares dolorosos, este trastorno afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque es más frecuente en mujeres, y suele manifestarse en la edad adulta, entre los 30 y 60 años.
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Origen y causas del síndrome de la persona rígida
Se considera una enfermedad autoinmune, en la cual el sistema inmunológico ataca erróneamente componentes del sistema nervioso central. Se ha descubierto una relación entre el SPR y otros trastornos autoinmunes, como la diabetes tipo 1, la tiroiditis autoinmune y la anemia perniciosa. También se ha observado una alta prevalencia de anticuerpos anti-GAD (ácido glutámico descarboxilasa), que afectan la función de neurotransmisores en el cerebro.
Síntomas del SPR: a qué señales prestar atención
Los síntomas del SPR pueden variar en intensidad y progresar con el tiempo. Los más comunes incluyen la rigidez muscular, especialmente en el tronco y abdomen, que puede extenderse a las piernas y los brazos; y los espasmos musculares, notorios en forma de dolores musculares intensos que pueden ser desencadenados por ruidos fuertes, tacto físico o estrés emocional.
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Otro síntoma notorio de la enfermedad es la postura anormal de la persona. Los pacientes a menudo presentan una postura encorvada debido a la rigidez y espasmos. También hay un miedo a experimentar espasmos dolorosos, lo que puede llevar a la evitación de ciertos movimientos.
Tratamientos para mejorar la calidad de vida con SPR
Un enfoque multidisciplinario es crucial para el manejo efectivo del SPR, una enfermedad incurable. Esto puede incluir la colaboración de neurólogos, reumatólogos, fisioterapeutas, psicólogos y trabajadores sociales.
No existe una cura definitiva para el SPR, pero varios tratamientos pueden ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente, como los medicamentos para reducir la rigidez y los espasmos musculares. También ayudan la inmunoterapia, la fisioterapia y las terapias psicológicas (para manejar el impacto emocional de la enfermedad).
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Los ejercicios de estiramiento y fortalecimiento pueden apoyar en la reducción de la rigidez muscular. Ejercicios como el yoga están indicados, sobre todo las posturas suaves que se enfocan en la respiración y la lentitud de movimientos. Además, son beneficiosos los ejercicios de fortalecimiento muscular, para ayudar a soportar mejor el cuerpo y reducir el impacto de la rigidez. También los ejercicios en el agua ayudan a fortalecer los músculos sin ejercer presión excesiva, así como en general las actividades que no sobrecarguen articulaciones y músculos pueden ser muy útiles.
Además, la terapia ocupacional ayuda en la adaptación a las actividades diarias, mejorando la independencia. Muchas veces el uso de dispositivos de asistencia –como bastones o andadores– puede ser necesario para mejorar la seguridad y movilidad.
Con un diagnóstico adecuado y tratamientos personalizados, muchas personas con SPR pueden llevar una vida relativamente normal. La intervención temprana y el tratamiento constante son cruciales para mejorar la calidad de vida y limitar la progresión de la enfermedad.
El dato: el SPR afecta solo a una o dos personas por cada millón en el mundo.