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La discriminación o diferenciación que percibía que se hacía entre hombres y mujeres ocupó su interés. Recuerda haberse sentido muy afectada, por ejemplo, cuando al terminar la secundaria su padre le dijo que no podía ir a la universidad, porque debía casarse, tener hijos y ser apoyo de su marido. “Era una época en la que tenías que acatar las órdenes de los padres. No podías rebelarte. Me casé y, como dijo mi padre, fui el sostén de mi marido. Pero llegué a ser embajadora de Paraguay en Japón”.
Recalca que siempre quiso realizarse como mujer, y fue este el impulso que la ayudó, a través de la experiencia, a lograr muchas cosas. Comenta que veía entre las familias japonesas esa diferenciación que mostraba a los hombres en cargos importantes, como la jefatura de gobierno, la parte política, social, cultural, inclusive toda la parte administrativa de los negocios. “Los hombres mantenían todo, también en Paraguay. Yo veía que las mujeres estaban en desventaja”.
También tuvo la oportunidad de permanecer un tiempo en los Estados Unidos, donde encontró que había una cierta diferenciación de carácter entre las paraguayas y las americanas. “Ellas eran mucho más liberales que nosotras. Entonces surgió en esa época, más o menos, lo que se llama la women liberation, la liberación femenina con una americana lideresa que se llama Betty Friedan. Ella implementó que las mujeres no se queden solas en un lugar, sino que puedan activar libremente en otras esferas, ya sea políticas, económicas y todo. Inclusive, me invitaron a algunas reuniones de las mujeres demócratas y fui también. De curiosa me fui”, recuerda.
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Cuando regresó a Paraguay, Kasamatsu pudo estudiar una maestría en Género y Desarrollo. “Era una apertura, una enseñanza de cómo las mujeres lucharon para lograr esta igualdad o liberación. Me pareció demasiado importante y ya pasaron como 20 años más o menos de eso, entonces empecé a escribir”.
Los orígenes de la discriminación
De dónde vino esa discriminación de varones contra las mujeres fue lo primero que ocupó su tiempo de investigación, afirma, y comenta que fue para atrás y llegó hasta la prehistoria, Adán y Eva, la “diosa del Sol de la cual descienden los emperadores del Japón”, y otras figuras de diferentes culturas tanto de Oriente como de Occidente.
En el libro también analiza la influencia conquistadora europea impuesta a los indígenas del continente americano, y Kasamatsu se pregunta si en aquellas culturas precolombinas también ya se veía discriminación hacia la mujer.
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La autora comenta que algo muy importante es que, dentro de este contexto de discriminación, hubo varones que apoyaban a mujeres. “Por ejemplo, en Inglaterra, un hombre que se llama John Stuart Mill, cuya esposa también defendía al feminismo, defendía a las mujeres, diciendo que el matrimonio es la peor esclavitud de las mujeres. Y acá, el famoso parlamentario Telémaco Silvera, también Arsenio López Decoud, que fue sobrino del Mariscal López, también defendió la situación de las mujeres, y otros más”. Recalca la importancia de que, para una concretización de la igualdad, no es que se quiera dejar de lado a los hombres o superarlos a ellos, sino que es importante trabajar en forma conjunta, armónica.
Comenta que en sus investigaciones vio que en las generaciones más jóvenes ya hay una mayor apertura, por ejemplo, ser subalternos a una jefa, o trabajar con las mujeres en igualdad de condiciones. Si bien aún falta mucho por hacer en el campo de la igualdad, está mejorando, sostiene y agrega que este libro fue hecho para que se conozca lo que fue y es la realidad, de cómo las mujeres lucharon y de dónde vino la discriminación. “Creo que leyendo todo esto, la gente va a comprender cómo podemos avanzar en el presente y el futuro”.
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