Cargando...
“Nuestro arte cerámico florece a partir de nuestras manos, utilizando técnicas de Tallán y Vicús (culturas preincaicas del norte del Perú). Estas técnicas tan antiguas subyacen desde épocas ancestrales, naciendo en una zona privilegiada de grandes ceramistas. Cada pieza es acariciada con una piedra fina hasta apreciar una textura suave con un brillo reluciente”, comenta Maneno.
La magia del fuego de las hojas de los árboles las transforma y les da vida, llenándolas de colores hurtados de la Madre Tierra, prosigue y explica que esta muestra de arte
es producto de muchos años de aprendizaje, amor y respeto al espíritu de una tradición milenaria. Asimismo, son fruto de la inspiración que nacen del majestuoso silencio de nuestra naturaleza fértil y del arte de culturas originarias del Paraguay, agrega.
Una familia de ceramistas
Maneno Juárez nació en Chulucanas (Perú), en 1974. Su arte cerámico es heredado de sus ancestros, los vicús y tallanes, provenientes de culturas milenarias desarrolladas 500 años a.C. en el norte del Perú. Está casado con Kyoko Shimizu, quien nació en 1974 en Shiga (Japón) y es graduada en la Facultad de Cerámica, en la Universidad de Arte de Okinawa del mismo país. Ambos viven en la actualidad en Asunción con su hijo Ruru Sañuq, quien nació en Ōtsu - Shiga (Japón) en el 2003 y pasó su infancia entre Perú y Japón, hasta que vino a vivir a Paraguay en el 2010.
Lea más: El boom del tatakua y el kambuchi rendy
“Son unas técnicas totalmente manuales; usamos los colores de las piezas, todos son engobes, tierras y óxidos naturales, que en el proceso nosotros, para dar este brillo que tienen, con mucha paciencia bruñimos con una piedra durante mucho tiempo”. Estas piezas, en su mayoría están trabajadas con arcilla de Areguá, comenta.
El artista cuenta que, además de mostrar el trabajo de su familia, también enseñan, comparten sus técnicas con las artesanas de Areguá, y ya han hecho varias capacitaciones; la idea es que otros artesanos también puedan aprender, y mediante estas técnicas se pueda mejorar el nivel de la cerámica.
Aprendió cerámica con su familia desde muy pequeño, y él mismo se fabricaba sus juguetes con arcilla. Hoy, las piezas que está presentando son mayormente aves, y algunas tortugas, todas son sonoras. Basta un soplo de aire para que sus piezas cerámicas emanen diferentes sonidos. Algunas inclusive suenan con el solo agregado de agua en una de sus partes, una verdadera maravilla traída desde la antigüedad.
La cerámica es un campo muy amplio, que Maneno sueña con poder transmitir a nuevas generaciones, y así poder investigar y desarrollar tanto la cerámica artística como utilitaria.
Lea más: “Asteroid City”: tragicomedia de primer nivel en lo nuevo de Wes Anderson
Cuenta que parte de su técnica se llama de paleteado, que consiste en golpear la arcilla y esta crece como el torno, pero un poco más despacio, con lo que se logra una finura única en las piezas. Para hacerlo se sienta en el suelo y golpea las piezas con mucho cuidado por medio de una madera.
También Kyoko expone piezas pintadas a mano, técnica que requiere de mucha paciencia. Con una marcada predilección por los gatos, sus piezas presentan un carácter distinto. A su vez, Roru se inspira mucho en temas locales como el tatakua, la flor de mburucuyá, la configuración de los tejidos guaraníes. Con solo 20 años, el heredero de una tradición ceramista por madre y padre es hoy estudiante de diseño en la FADA UNA. Es la primera vez que la familia expone junta, lo cual representa una gran alegría para los tres.
En el pequeño taller que tienen en Asunción enseñan estas técnicas de fabricación, paleteado, pulido, y más, cuenta Maneno y agrega que anhela más que nada que la cerámica sea valorada cada vez más como arte.
Más info
Instagram: @maneno_ceramista @kyoko_ceramiq @ruru.art_
Facebook: Centro Cultural del Lago.