Cargando...
Vivir en el Pilcomayo, producido bajo la dirección del periodista Roque González Vera, tiene una duración de 30 minutos y describe cómo vive la población instalada en el valle de inundación del río. Cuenta con el apoyo de WWF.
La vida en el Pilcomayo es un completo misterio para el común de los paraguayos. Pocos en el país saben que la influencia argentina y boliviana es muy fuerte, al punto de llegar a moldear expresiones como la música o la danza. Hay regiones enteras donde el guaraní es un idioma que apenas se habla.
Las poblaciones que viven en el Pilcomayo tienen expresiones culturales propias, de las cuales sienten orgullo. Se definen a sí mismos como pilcomayenses, ratificando de este modo su identidad.
El cortometraje descubre cómo ven al Pilcomayo aquellos pobladores que viven a lo largo de su ribera. La vida gira en torno al ingreso de las aguas en los meses de verano. A medida que caen las lluvias en Bolivia, en el Chaco paraguayo ya se vive pendiente de los sitios donde el río torrentoso puede ingresar.
El Pilcomayo, a pesar de las obras de canalización, sigue siendo un río errante que se niega a ser domado. Paraguay conduce las aguas del río a lo largo de 400 kilómetros, entre la embocadura del canal y el fortín General Díaz.
Lea más: Pilcomayo, las dos caras de un rio
El Pilcomayo en nuestra economía
A lo largo de este trecho, los pobladores acomodan sus vidas a la disponibilidad del agua. Los largos meses de invierno coinciden con la estación de sequía, mientras que los tórridos días de verano reflejan la abundancia que genera el río.
Roque González Vera, director del cortometraje nacional, explica que “en términos generales, pocos saben en nuestro país cómo se vive en el Pilcomayo. Se asocia con la actividad ganadera, pero de aquellos que día a día construyen el Chaco apenas se conoce”.
Agrega que “el objetivo del material audiovisual es dar a conocer la importancia que tiene el Pilcomayo para nuestro país. La biodiversidad que gira en torno a sus aguas es extraordinaria, única por sus características asociadas a humedales”.
Menciona que “cuando hablamos de producción ganadera debemos mencionar más de un millón de cabezas de ganado que dependen de las aguas del Pilcomayo. Y aquí no se tienen exclusivamente grandes productores, sino también pequeños y medianos ganaderos que sobreviven día a día con la cría de animales”.
En la zona del Pilcomayo –apunta– se tiene un fenómeno reciente que es la notoria ampliación de la producción agrícola, sobre todo algodón y maíz. Solo en la zona del fortín Ávalos Sánchez se tienen 10.000 hectáreas de algodón de primerísima calidad.
El cambio de rubros de producción también implica una mirada nueva al Pilcomayo: si antes el agua era bienvenida para cubrir las pasturas, ahora hay regiones donde no se quiere el desborde del agua porque eso implica la inundación y destrucción de los cultivos.
Podemos tener al Pilcomayo todo el año
En los últimos cuatro años el Pilcomayo ingresó en nuestro territorio sin interrupciones. Los trabajos de limpieza y restauración de cauces permitieron captar las aguas en la zona de la embocadura, cuenta el periodista.
El desafío es trabajar en los meses de invierno para que las aguas de crecida ingresen en territorio paraguayo. Parece sencillo, pero esto solo pudo lograrse en los cuatro años recientes.
Lea más: El regreso de las aves al Pilcomayo
El Gran Chaco Americano, en coincidencia, soportó una terrible sequía en los últimos cuatro años. La falta de lluvias repercutió en la disponibilidad de las aguas del Pilcomayo: “Lo poco que se tenía de agua permitió que la fauna pudiera encontrar un refugio”, dice el productor.
Las grabaciones del cortometraje se realizaron en diversos poblados que se extienden entre Pozo Hondo y los fortines Rojas Silva y Esteban Martínez, en el extremo sur del Bajo Chaco. Las realidades entre puntos tan distantes son diferentes en cuanto a la disponibilidad de agua y el uso que se pretende darlas.
A las imágenes que reflejan la vida en el Pilcomayo se suman entrevistas a pobladores de la región. “Todas las personas a quienes entrevistamos viven realmente en la zona del Pilcomayo. Son gente que trabaja y convive su día a día con la naturaleza. La voz de esta gente es la que mejor puede reflejar como llevan sus vidas pendientes del río”.
Biodiversidad extraordinaria
Las grabaciones del cortometraje reflejan la biodiversidad extraordinaria que gira en torno al Pilcomayo. “La mayor dificultad para elaborar una documental que incluye imágenes de naturaleza es que no siempre se puede encontrar todo lo que uno querría mostrar. Es necesaria una paciencia casi infinita para esperar las mejores escenas”.
En el rodaje pudieron captar imágenes que no siempre pueden tenerse al alcance de una grabación. “Se vinieron días de intensas precipitaciones y luego de las lluvias se pudo disfrutar de bandadas enteras de aves. En una laguna sin agua, esta belleza natural es imposible captar”.
Lea más: Una miel protegida por el Pilcomayo
Una anécdota en esta aventura refiere que “la única jornada de sol en el fortín Rojas Silva fue el domingo 16 de julio, día en que se recuerda a la Vírgen del Mojón. Es una festividad que refleja la extraordinaria riqueza cultural en el Pilcomayo. La gente baila el gato, el escondido, el chamamé con el mismo entusiasmo que una polca paraguaya. El día soleado permitió grabar imágenes que de otro modo no habrían tenido el color que se pretende para iluminar un documental”.
Vivir en el Pilcomayo / Ficha técnica
Dirección
Roque González Vera
Edición
Carlos Curi Viapiana
Asistente de edición
Daniel Escalada
Guion
Roque González Vera
Voz en off
Hugo Vigray
Cámaras
Roque González Vera
Carlos Curi Viapiana
Nicolás González Escalada
Sonido ambiente
Federico González Viapiana
Infografías
Luís Serrano
Más info:
El cortometraje será estrenado el miércoles 6 de septiembre, a las 19:30, en el excine Cañisá con el apoyo de la oficina en Paraguay de WWF. El emblemático cine de Trinidad está en las calles Teniente Mendoza e/ Itapúa y Santísima Trinidad, en la plaza Carancho.