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El poeta es un intermediario que sirve de cauce al manantial del que a borbotones nace la poesía y que, como todo río, corre a su antojo por sus venas. A veces, como agua serena; otras, con fuerza como catarata. Dependiendo del grado de sensibilidad que el poeta, que a fin de cuentas es solo un ser humano, tenga en ese momento, que a veces, parece tener vida propia y que lo ahoga si no las pone en el papel para represarlas.
He ahí la interrogante de por qué escribió Miguel H. López el poemario que lanzó recientemente en la FIL Asunción y la razón del título.
¿Cómo una persona normal que, si bien siempre escribió, aunque prosa, puede transformarse y pasar al proceso creativo y en nuestra lengua vernácula? El poemario es casi un pretexto para cerrar un duelo a partir de rendir un homenaje, recuperando memorias/recuerdos de mi infancia, de ese mundo compartido con mamá, responde y explica que el guaraní es su primera lengua. “Nací y vivo en Asunción, pero aprendí el castellano recién cuando fui a la escuela, a los seis años. Mi comprensión del mundo, mi capacidad sensorial y mis emociones están configuradas en código guaraní, entonces este poemario de recuerdos sentidos no podría expresarse en otro idioma, sería imposible”.
Lo sencillo y cotidiano
Sus poemas hablan de las cosas sencillas y cotidianas, de los sentimientos y de las orfandades. “Si buscamos un hilo conductor, es la memoria, son los recuerdos de los años –entre la infancia y la adolescencia– compartidos con la mujer de la que provengo biológica, emocional y culturalmente”, detalla.
Su obra ensalza los recuerdos que llegan como anuncios suaves, sutiles –como es la memoria, generalmente– de un tiempo, un paisaje, un sentimiento, una vivencia, el marandu vevyimi. “Era el título necesario; y le agregué un subtítulo que ancla la idea de poesía, de la palabra en flor, que indica que son versos sentidos: ñe’ẽyvoty ñandupyre, aunque suene a pleonasmo”.
La obra tuvo muy buena crítica, especialmente por tratarse de su primer libro de poesía y en una lengua tan difícil de escribir. “Yo quería compartir mis vivencias hechas poema, con un trabajo cuidado, riguroso y respetuoso hacia el idioma. No era mi búsqueda inicial lo que dijeron quienes cultivan las letras y el género, aunque no descartara alguna crítica positiva”.
Miguel H. expone que “lo que señala el escritor Javier Viveros sobre la fuerza y originalidad de los poemas, sus logros rítmicos y musicales, las aliteraciones y su potente construcción; o los hallazgos reveladores que emergen de los versos; los trisílabos profundos del guaraní que se expresan a lo largo del poemario y las gemas lingüísticas, que refiere la escritora Susy Delgado; o la expresión de que es un aporte importante a la literatura en guaraní, que señala la escritora María Gloria Pereira, rebasan mis expectativas”.
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Para el poeta son expresiones que se convierten en responsabilidades con la escritura, la lengua y la sociedad. “El afectuoso recibimiento que tuvo el libro no tiene precio. La gente se emociona conmigo, se identifica en sus recuerdos. En estos días, una escritora agradeció que, después de asistir a la presentación del poemario, le volvieran las ganas de escribir y lo está haciendo. Esas cosas conmueven”.
Admite que presentar una obra es siempre emocionante: “Es como el nacimiento de un hijo”. Y aunque tiene a punto para lanzar un manual de Periodismo, la idea de un nuevo poemario, ya lo inquieta. Convengamos que no es su primer libro, sino el primer poemario.
¿Qué significa compartir con gente extraña sentimientos tan íntimos? “No es fácil, pero necesitaba hacerlo. Corrí el riesgo de exponer mis vulnerabilidades. En estos años aprendí a asumir mis fragilidades y a construir desde ellas –paradójicamente– la inmunidad necesaria”.
El profe Miguel H. siempre publicó prosa sobre temas considerados “serios”, “importantes”, sobre historia política, antropología, crítica social, cultura, narrativa periodística, comunicación, derecho, libertad de expresión. “En los primeros años de universidad escribí y gané premios con poesías, fue el único tiempo en el que lo hice, pero no las publiqué. Ahora di el paso con este trabajo”.
Bio
Miguel H. López nació en Asunción en julio de 1969. Periodista, docente universitario y escritor. Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UNA) con maestría en Historia del Paraguay (UNA) y Antropología Social (UCA). Premio Nacional de Periodismo y mención de honor (1999). Investigador categorizado del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) e investigador del Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios (CERI). Con numerosas publicaciones bibliográficas, artículos periodísticos, académicos y científicos.
<i>Mborayhu</i>
Ohupi, ojapichy, orochichĩ.
Vevyimi oñua, ombojere.
Ojopy ojehe kangymi.
Purahéi he’ẽmíme omonge.
Syryrýpe ijykére oñeno,
Kirirĩme aníke omyagẽ.
Topehýi toveangáke osoro,
Pytu’úke tove toñehẽ.
Ipohéi iñakã ojapichy.
Pytũmbýme, pytũ, pytuhẽ.
Isyváre ty’ái osyry,
Piro’y ndaikatúi og̃uahẽ.
Heñoire akãnundu ojaho’i,
Hete pýre ryrýi oguata.
Ijurúpe ñana ombo’i,
Imembýgui omboguéta tata
Ojopy ipyti’áre hete,
Añuã mbyry’ái ohenói.
Osysýi, osysýirõ jepe
jepichy mba’asýpe oñatõi
Mbeguemi isa’i ipyahẽ,
Juku’a tyryrýpe ohasa.
Ipire pororópe onohẽ
Ty’ai’ỹ ty’ai’ýpe opa.
Piro’ýpe ipahápe oke,
Mba’asy ogue hypy’a.
Mborayhu ikorasõ ojope,
Juruvýpe osapy sapy’a.