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Esta será la octava vez que Andrés Calamaro pisará suelo paraguayo para dar un concierto. Ha venido por primera vez en el año 1998 cuando aquel “Salmón”, quien comenzó con el grupo Raíces y fue miembro de Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez, ponía fuertes cimientos a su carrera como solista.
Esta gira tiene como marco especial la reedición de “Honestidad brutal” a 23 años de su grabación. Un disco que, si bien no fue el primero de su camino solista, fue uno de sus trabajos consagratorios. De él participaron músicos como Coti Sorokin, Javier Calamaro, Ciro Fogliatta, Pappo, Moris, entre muchos otros.
Pero su primer disco en solitario fue “Hotel Calamaro”, producido por Charly García. Luego saca “Vida cruel”, “Por mirarte”, “Nadie sale vivo de aquí”, “Alta suciedad”, en lo que fue un camino ascendente entre trabajos con otros grupos produciendo o colaborando.
Más allá de la nutrida discografía, que incluye “El salmón”, “La lengua popular” o “Bohemio”, sin contar featurings con artistas desde Julio Iglesias a C. Tangana, y los reconocimientos que avalan su trayectoria, Andrés vuelve esperando dar siempre lo mejor de lo que tiene, según él mismo afirma en una entrevista exclusiva para ABC Color.
–¿Qué representa para vos este país y qué cosas te han llamado siempre la atención de estas tierras?
–Ojalá tuviera una relación más estrecha y personal, visitar fuera de las giras y compromisos musicales, hacer planes. Del Paraguay me atrae todo y lo que todavía no conozco. Tiene una cultura propia y antigua, es bilingüe matriarcado, somos frontera y tengo perfume paraguayo en los pulmones. El gran país del norte.
–Cuando aparece tu primer álbum producido por Charly García, ¿te diste cuenta con alguna situación en particular de la dimensión que estaba tomando tu proyecto o no eras consciente?
–No me di cuenta porque no tenía una verdadera dimensión fuera de tocar teclados con Los Abuelos de la Nada; alguien pensó que podía ser un cantante interesante, pero me faltaba mucho para eso; no estaba preparado para cantar y grabar música propia. Pero me gustaba la idea de encerrarme en el estudio para degustar humo de Pedro Juan.
–En aquel tiempo, ¿te importó el ‘qué dirán’ al momento de hacer música?
–Prefiero –mil veces– tener la opinión pública en contra y pulir mi pensamiento individual escuchando o leyendo, confío en mis propias experiencias –y reflexiones– más que en una opinión diluida y masiva. Lo más probable es que se equivoque el “que dirán”.
–¿En algún punto de tu carrera tuviste miedos o incertidumbres?
–A los 16 años nos llevaron a Toxicomanía, la delegación de narcóticos en Avenida Huergo, era 1978. La incertidumbre era la policía; ganarse la vida con la música era impensable; todo era incertidumbre. Músico en Sudamérica es complicado.
–Tenés trazadas muchas décadas de carrera. ¿Sos de mirar atrás para revisar lo vivido o sos más de vivir el presente?
–Soy de vivir el presente y el día siguiente. La música transcurre en “tiempo real”, importa el siguiente concierto. Tengo muchos años en la música porque empecé de adolescente sin haber practicado demasiado. Debería haber esperado un poco para cuajarme en las ideas y los instrumentos.
–Con el transcurso del tiempo, ¿has ido variando de filosofía de trabajo?, ¿o seguís pensando de la misma forma que cuando recién comenzaste?
–Soy la misma persona, pero pulido en el tiempo, ideológicamente estoy mucho más orientado, y más confiado cantando en el escenario. Ya casi distingo las teclas blancas de las negras en el piano. De muy joven no tenía una filosofía de trabajo, ahora intento hacer las cosas bien, me cuesta prepararme para las giras largas, en el escenario estoy tranquilo.
–¿Cómo ves la escena musical de artistas nuevos? ¿Hay algo que te atraiga o te llame la atención últimamente?
–La escena la veo bien, la música hispana se escucha en el mundo, son artistas ambiciosos y talentosos; hay cosas que me atraen y me interesan. Escucho música cuando puedo, preferiblemente alejado de las giras, elijo los discos que voy a comprar y los que escucho. Es mi música secreta.
–¿Perdurar antes era más fácil o difícil? Hoy en día parece todo más instantáneo y descartable.
–Para nosotros fue complicado, sudamericanos y adolescentes en los años setenta, contemporáneos de las dictaduras y Malvinas. Vivir no fue fácil para mi generación; perdurar es bastante difícil, la mayoría terminamos manejando un taxi.
–¿Cómo es la coexistencia entre el Calamaro productor y Calamaro músico?
–Me gusta mucho el estudio de grabaciones, para todo. También como cantor y música. Soy funcional y me adapto a cualquier grabación. Soy cantante de laboratorio, se me dan bien las grabaciones. Ahora sí, ya no dirijo grabaciones completas porque prefiero no encerrarme diez horas por día en los estudios, prefiero formar parte de un equipo de más personas para nuestros discos. Terminamos la reedición aumentada de Honestidad Brutal y seguimos con un disco en vivo grabado en 2010.
–”Honestidad brutal” salió en 1999 y este año el libro “Brutal honestidad” escrita por el periodista Diego Londoño. ¿Qué te produce saber que tu vida está registrada también en un libro, pero desde otras ópticas?
–No deseo leer libros que hagan eje en mis cosas, ni ver documentales en la TV. Tampoco me corresponde. Prefiero la relación sonora con aquellos que vienen a los recitales o escuchan los discos.
–Finalmente, ¿cómo es el regresar aquí luego de todo lo que nos ocurrió a escala mundial?
–No sabemos lo que nos ocurrió a escala occidental, o preferimos no saberlo. No obstante, este “regreso” a los escenarios fue complicado (luego de semejante paréntesis) y lo disfrutamos mucho ahora. Esta gira se puso muy buena en el último mes, el repertorio y las sensaciones. Asunción es el anteúltimo recital hasta el año que viene. Vamos a dar lo mejor que tenemos.
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