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“Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿qué valdría la vida?”. Jacinto Benavente (1866-1954) dramaturgo español.
“Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan”. Jean Jacques Rousseau (1712-1778) filósofo francés.
“Son los ímpetus de las pasiones deslizadores de la cordura, y allí es el riesgo de perderse”. Baltasar Gracián (1601-1658) escritor español.
“Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza”. Stendhal (1783-1842) escritor francés.
Oscuro incidente apaga al brillante Eligio Ayala
El 24 de octubre de 1930 no solo perdió la vida el hombre, sino quien, para muchos, hasta la actualidad fue el mejor presidente de la República del Paraguay (1923-1928). En esa época, el Dr. Ayala era ministro de Hacienda y falleció, a los 51 años, en un confuso episodio de índole pasional, en casa de Hilda Díez –con la que mantenía una relación sentimental desde hacía años, aunque no vivían ni se mostraban juntos en público–, a causa de las heridas producidas por el revólver de Tomás Bareiro, girador del Banco Agrícola, quien estaba en casa de Hilda.
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Eligio Ayala era soltero y vivía sobre la calle que hoy lleva su nombre y Estados Unidos; mientras que Hilda, sobre Juan de Salazar y Boquerón. Se veían tres veces por semana de 13:00 a 15:00 en casa del Dr. Ayala. Pero, hasta hoy, no está muy clara la relación que Hilda en ese momento tenía con el ministro ni con Tomás Bareiro.
Según se decía, Hilda, cansada de esperar una propuesta que nunca llegaría, había aceptado el pedido de matrimonio de Bareiro y terminó su relación con el Dr. Ayala, quien, al parecer, no había aceptado la ruptura, o la aparición de un “tercero en discordia”. Algunos, incluso, insinuaban que Ayala desconocía el affair entre Tomás e Hilda.
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Lo que sí es seguro es que a las 20:30 del 23 de octubre de 1930, Eligio Ayala fue a casa de Hilda y, ni bien llegó, se produjo el tiroteo. Y la única testigo de lo ocurrido fue Hilda, pero su declaración estaba plagada de contradicciones. La versión en el juzgado fue que el Dr. Ayala llegó a casa de Hilda, y al entrar en el dormitorio, Tomás Bareiro, quien estaba al costado de un ropero, comenzó a dispararle con un revólver. Tres balas se alojaron en el cuerpo del ministro: una, en el brazo; otra de refilón en la oreja, y una tercera, en el vientre. Aunque caído, Ayala extrajo su pistola y le descerrajó cuatro tiros. Tomás Bareiro falleció casi al instante. Ayala, gravemente herido, se levantó, caminó dos cuadras, tomó un taxi y pidió al conductor que lo llevara al Sanatorio Masi-Escobar. Una vez allí, a pesar del enorme esfuerzo de los médicos, el Dr. Eligio Ayala falleció a las 14:25 del 24 de octubre de 1930. Sus últimas palabras fueron: “Cuiden de mi madre”.
Fuentes: www.proverbia.net/ / Archivo ABC Color. Lourdes Peralta / Texto de Edgar Cáceres. Asociación Cultural Mandu’arã