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Con 105 años a cuestas, pero con la fortaleza de un roble, una memoria envidiable y un optimismo contagiante, don Juan Bautista Cantero Silva es uno de los últimos combatientes de la Guerra del Chaco que sobrevive en el Alto Paraná.
Oriundo de Caazapá y radicado actualmente en Itakyry, cuenta que a los 15 años se alistó para ir al frente, luego de que varios de sus familiares hayan fallecido en combate.
“Mi mamá lloró mucho porque era muy joven y era el único que estaba ayudando en la chacra. Cuando confirmaron que tenía solo 15 años me dijeron que podrían dejarme en casa, pero yo me ofrecí. ‘Quiero ir para saber lo que es la guerra’, les dije a los militares y me llevaron”, cuenta.
El excombatiente revela que solo permaneció tres meses en el campo de batalla, pues su grupo llegó en el último tramo de la guerra. Recuerda que eran las 12:00 de la noche cuando empezaron a escuchar una balacera que parecía de nunca acabar. Pensaron que otro campamento fue atacado por el enemigo, pero poco después le llegó la noticia de que obedecía a que se había firmado el tratado de paz.
Recuerda con emoción que fueron conducidos a la línea de combate y que en medio de llantos de alegría fueron recibidos con abrazos por los soldados bolivianos. Ese momento fue aprovechado para hacer un intercambio de trofeos que consistía en cambiar alguna pertenencias como caramañolas, banderas, armas y otros objetos.
Tres años después de volver, Juan Bautista se casó y tuvo 11 hijos. Se dedicó a la agricultura toda su vida, principalmente al cultivo del tabaco y algodón. Un optimismo lo embarga ante quienes le rodean: “No me quejo de nada, no me arrepentí en ningún momento de ir a la guerra”, sostiene con aplomo este héroe que atribuye su longevidad a que haya consumido carnes de animales silvestres y alimentos bien naturales.
La falta de agua
Entre las penurias más lacerantes que recuerdan los últimos sobrevivientes está la sed y falta de agua para saciarla. Lo recuerda una vez más don Gill Antolín Sánchez, de 106 años, único sobreviviente en San Patricio, Misiones.
Para este héroe fue el principal adversario. Recuerda que tenían que arrancar plantas y mascar la raíz para tratar de aplacar la sed con la savia. La escasez de alimentos o el enemigo boliviano, incluso, no era la preocupación primordial, sino el vital líquido para beber.
El 1 de septiembre próximo, don Antolín cumplirá 107 años. Fue declarado en 2018 hijo dilecto del departamento de Misiones, se alistó en el Regimiento de Infantería Nº 14 Cerro Corá. Combatió en las batallas de Picuiba, Yrendagüé, 25 de Noviembre y Río Parapití.
Al término de la guerra, regresó a San Patricio, donde se dedicó a trabajar en el obraje, la ganadería y la agricultura. Se casó con Nicolasa Aranda, con quien tuvo 19 hijos (11 mujeres, 8 varones). Actualmente cuenta con 61 nietos, 68 bisnietos y 6 tataranietos.
Preocupado por la vida nacional
El excombatiente Sixto Vázquez Diarte vive en el barrio Santa Teresita de Sapucái y es el último veterano sobreviviente del departamento de Paraguarí. Con 106 años sigue recordando facetas de la lucha durante la contienda chaqueña.
Con el mismo ímpetu de defender el territorio, ahora le preocupa la vida nacional, los secuestros, inseguridad, asaltos, que ve a diario en las noticias. Nada va a cambiar porque falta fuente de trabajo, principalmente para los jóvenes del interior, y eso depende de los mburuvichakuéra, sostiene.
Sixto nació el 6 de agosto de 1915 y a los 15 años se alistó para defender el país. Fue enrolado como si fuera un joven de 18 años para ir al frente a acompañar a su hermano mayor, Eliodoro (+), con quien al terminar la guerra retornó sano y salvo a su hogar.
Recuerda con emoción que antes de ir a la guerra, ambos se despidieron de su madre, doña Filomena Diarte, quien quedó cuidando de sus hijos más pequeños. Desde joven el veterano Sixto tenía experiencia en manejo de arsenal en la Guerra del Chaco, donde alcanzó el grado de cabo 1º.
Al retornar del Chaco, como era de familia humilde, explotó sus cualidades de músico, poeta y bohemio para ganarse la vida. Años después conoció a Irma Antonia Alfonzo, ya fallecida, a quien escribió un poema y la conquistó para contraer matrimonio con ella a los 34 años, el 25 de enero de 1951, y tuvieron 8 hijos.
Resaltó que al ser ya esposo y padre de familia, entró a trabajar en los talleres del Ferrocarril Carlos Antonio López, donde funcionaba la estación de tren en este distrito. Muchos años después de haber participado de la guerra, recibió la pensión estatal.
El excombatiente que el próximo 6 de agosto cumplirá 107 años es un hombre estricto, vive bajo el cuidado de su hija Idalina y su nieta Ana y se mantiene muy actualizado sobre la situación del país. Considera que la vida hay que vivirla con alegría, porque no es igual el frío que el calor, la risa que la amargura, hay que alegrar el corazón para tener larga vida.
Recomienda alimentos como leche de vaca, con coco o maní, desechar las comidas chatarra y optar por platos tradicionales como el so’o apu’a, vori vori, rora kyra, pata de vaca con poroto, caldo ava. De niño recuerda que para ir a la escuela desayunaba leche con mandioca y maní.
Actualmente está aquejado de problemas en el oído y en la vista, porque durante su trabajo en los talleres de ferrocarril sufrió un accidente que le afectó un ojo.
Es considerado como una reliquia de este distrito y del departamento de Paraguarí, aunque él asegura que nació en Valenzuela, Cordillera. Tiene 34 nietos, 27 bisnietos y 10 tataranietos.
La salud es lo más importante
El excombatiente de la Guerra del Chaco sargento primero Canuto González Brítez, oriundo de San José de los Arroyos, pide a los jóvenes que “trabajen honestamente mientras tengan salud. La salud es lo más importe”.
Don Canuto actualmente vive en Luque desde 2013, junto a su hija Mary Estela y su familia. El 19 de enero de este año cumplió 106 años, pero el festejo fue postergado debido a que se encontraba muy enfermo. “Tuvo neumonía y un mes entero estuvo en cama”, explica la hija.
Pese a los achaques de la edad, el abuelo no pierde su bella y mágica sonrisa y simpatía, únicas, recordando la hazaña vivida durante la Guerra del Chaco.
Con tan solo 15 años, fue obligado –a cambio de la libertad de su padre– a formar parte del grupo de soldados que irían rumbo al Chaco. Dijo que la época más dura fueron aquellos días en que no tenían agua para beber: “La falta de comida no era el problema, sino que tengamos agua. A veces encontrábamos cáscara de sandía y comíamos. También maizales, y de eso nos alimentábamos”, recuerda.
“Subimos al cañonero Humaitá con destino a Puerto Casado. Éramos muchísimos, todos con 15 y 16 años. A todos nos dieron medallas y cigarrillos. Llegamos y la tropa se alistó. Nos sacaron toda la ropa y quedamos totalmente desnudos. Ahí nos dieron el uniforme verde olivo, un sombrero y una manta doblada, que colgamos en la espalda. También recibimos una bolsa con un plato, una cuchara y un jarro, todos de lata. Nos entregaron como arma un machetillo y un cinturón con 300 balas y el arma de fuego. No sabíamos usar nada, pero así fuimos”, relata el héroe.
Este héroe anhela que nunca más vivamos una guerra y aconseja a los jóvenes trabajar honradamente y, sobre todo, que cuiden su salud.
Vive recibiendo el amor de sus 6 hijos, 17 nietos y 6 bisnietos. Hace dos años, recibió un fuerte golpe al enterarse del fallecimiento de uno de sus hijos.
Con los achaques de la ancianidad
En todo el departamento de San Pedro, el único excombatiente del Chaco es don Hipólito Cardozo Portillo, quien el 13 de agosto cumplirá 106 años. Vive en la colonia Naranjito, distrito de General Resquín, y tiene 17 hijos.
Tras defender la Patria, don Hipólito recorrió gran parte de su país dedicándose al trabajo de chofer de vehículos de gran porte. Con su primera compañera, Antonia Martínez, tuvo 7 hijos, enviudó y formó pareja con Anastasia Venialgo, con quien tuvo 10 hijos. Otra vez quedó viudo y desde ese momento vive con su hija Rumilda Cardozo.
Se muestra lúcido, camina, come sin ayuda, habla muy poco en los últimos tiempos, está aquejado de una gripe y tiene problemas para escuchar.
Valorar a los héroes
Uno de los tres héroes sobrevivientes en el departamento de Caaguazú es Virgilio Dávalos (107). Los otros dos son Mercedes Paiva Domínguez y Juan de Dios Benítez Báez. Don Virgilio recuerda las grandes y duras batallas en las que le cupo defender la soberanía nacional.
Asegura que en la actualidad pocos valoran el sacrificio que les tocó sobrellevar durante la guerra y repudia la tremenda corrupción que afecta al país que tantos defendieron con su sangre.
Pese a su avanzada edad sigue lúcido y fuerte y recuerda como si fuera ayer los grandes sucesos como los de Boquerón. Cuenta que cada enfrentamiento duraba horas o todo el día. La mayoría de las victorias de las tropas paraguayas fueron gracias a estudios minuciosos de los movimientos de los enemigos de cuyos resultados surgían emboscadas que terminaron en importantes logros a favor de la legión paraguaya.
Entre la sociedad de antes y la actual cree que existe una diferencia abismal y que lastimosamente es hacia el mal. Para él la maldad, la corrupción y el pensamiento de la gente está dejando en decadencia a la sociedad. Antes la sociedad buscaba solucionar todos los problemas, pero ahora los jóvenes se desarrollan sin dirección. Afirma que los padres ya no dan los ejemplos a sus hijos, pero que es imposible decir todo con una boca sobre el mal que arrastra nuestro sistema.
Don Virgilio Dávalos nació el 7 de octubre del año 1915, se casó con Teresa López de Dávalos (+), con quien tuvo 6 hijas: Tomasa, Nimia, Francisca, Apolonia, Dominga y Sara.