Periplo y milagro para escapar de la guerra en Ucrania

Al mediodía del sábado 5 de febrero, José Ariel López Balmori, un joven futbolista de 23 años que se abrió paso en su Acahay natal, llegó a Odessa, en Ucrania, con la maleta cargada de sueños. Pero los tambores de guerra iniciados por Rusia lo obligaron a retornar. Empezó un periplo lleno de sentimientos encontrados con no pocos milagros que lo trajeron de vuelta a nuestro país el miércoles pasado. Esta es su historia.

José Ariel López tras su llegada a Asunción exhibe su bandera paraguaya que lo acompañó en todo el viaje.
José Ariel López tras su llegada a Asunción exhibe su bandera paraguaya que lo acompañó en todo el viaje.Diego Peralbo

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Odessa es la tercera ciudad más importante de Ucrania, conocida también como “la perla del Mar Negro”, está a unos 12.000 kilómetros de Asunción. La llegada, un mes atrás, del paraguayo al FC Real Pharma Odesa se dio de la mejor manera. “Me recibieron muy bien y me instalaron en un hotel, esa tarde descansé y al día siguiente hice las pruebas médicas. Todo salió muy bien y el lunes empezamos a practicar a full con el grupo”, dice Ariel quien en ese momento esperaba ansioso su fichaje sin imaginar lo que vendría. El contacto con ABC Revista se dio durante todo su viaje.

Conociendo Odessa, la Perla del Mar Negro, a poco de su llegada.
Conociendo Odessa, la Perla del Mar Negro, a poco de su llegada.

“La sensación era increíble. Lo que sentía allí entrenando en un club de Europa era único. Era el sueño de llegar a competir profesionalmente. Y para eso me había ido”, afirma.

José Ariel López a su llegada al aeropuerto Silvio Pettirossi el pasado miércoles.
José Ariel López a su llegada al aeropuerto Silvio Pettirossi el pasado miércoles.

El campeonato debía empezar el 26 de marzo y estaba pendiente la firma del contrato luego de las pruebas y documentaciones.

El entusiasmo duró poco y –si bien el paraguayo había leído antes de su viaje que el conflicto entre Rusia y Ucrania ya llevaba 14 años– dice que “jamás pensé que esto pasaría justo cuando yo estuviera allí. Es una cosa de locos lo que viví en tan poco tiempo”.

Cuando en medio del entrenamiento la guerra se tornaba más inminente decidió aprestarse a retornar como lo hacían todos los extranjeros que estaban abandonando Ucrania a pedido del gobierno para protegerse.

José Ariel López practicó a los primeros días de su llegada en el FC Real Pharma Odesa.
José Ariel López practicó a los primeros días de su llegada en el FC Real Pharma Odesa.

El primer gran shock

Allí empezó el primer hecho shockeante. “En principio tenía boleto de regreso a Paraguay para el 28 de abril, pero como nos advirtieron de la posible guerra entre Rusia y Ucrania empecé a ver la forma de volver”. Para adelantar el pasaje le pedían 1.300 dólares y no podía costear. Entonces, recurrió a la Embajada paraguaya (recurrente, con sede en Suiza) para ser repatriado.

Estaba listo como para salir de Ucrania el miércoles 23 de febrero, pero a las 5:00 de la madrugada interrumpieron el sueño los bombardeos. Se cancelaron todos los vuelos y se cerraron los aeropuertos.

José Ariel López incluso escuchó los estallidos y su mente empezó a correr a mil por hora: “No puede ser que esto pase. ¿Ahora qué voy a hacer, adónde voy a ir? Pensaba en lo que se venía en un país con gente extraña donde cada uno intentaría correr por su vida y yo sin entender siquiera el idioma. Fuera del hotel ya no tenía siquiera internet. Tantas cosas se me pasaban por la cabeza”, menciona.

Pero en medio de la angustia, con mucha serenidad y calma, Ariel se puso en manos de Dios. “No hay de otra. Estoy muy agradecido con el club, me trataron muy bien. Eso era único. Pero, por algo pasan las cosas y hay que estar agradecido con Dios”, dice resignado y agradece que no haya pasado nada que lamentar a su alrededor.

Un milagro, la mejor noticia

Con la señora Ira, la cocinera del hotel que lo ayudó a salir de Ucrania.
Con la señora Ira, la cocinera del hotel que lo ayudó a salir de Ucrania.

En ese trance apareció el primer milagro para el compatriota, con la cocinera del hotel a quien conocía como la “Señora Ira”. Ella era ucraniana, hablaba en su idioma, pero gracias al traductor del celular pudo comunicarse con ella y así entablar una conversación cibernética. Finalmente, se convirtió en la mujer que “me ayudó a escapar de Ucrania”.

“Era el jueves 24 y, alrededor del mediodía, la señora Ira me dijo que el sábado un amigo suyo iría con su familia a Rumania y le hablaría para que me llevara con ellos. Era un poco complicado, pero me dijo que esperara la respuesta. Ya en la tardecita me comentó que tenían un lugar y que en la noche del domingo (27 de febrero) podría viajar con ellos”, sigue contando.

El señor Boris, directivo del club, también lo ayudó para que pudiera abordar el bus y salir de Ucrania.
El señor Boris, directivo del club, también lo ayudó para que pudiera abordar el bus y salir de Ucrania.

“Fue la mejor noticia que había recibido entonces. El viernes me busca el señor Boris, directivo del club, y me lleva a su departamento en un edificio para quedarme hasta poder salir de Ucrania. Me dijo que tenga mis cosas a mano y mis documentos porque en dos o tres horas podrían bombardear la ciudad y tendríamos que guarecernos. Quedé en el aire. Allí yo no sabía de nuevo qué hacer. Solo pensaba en el colectivo en el que tenía que salir al día siguiente hacia Rumania y si nos bombardeaban no iba a poder salir de nuevo. ¿Qué iba a pasar de mí? Me sentí desesperado. No dormí nada y gracias a Dios amanecimos bien. Lo único que quería era que mi colectivo salga y llegue a cruzar la frontera. Solo eso quería y esperaba”, confiesa.

El viaje hacia Rumania

José Ariel López con su bandera paraguaya frente al bus de la libertad.
José Ariel López con su bandera paraguaya frente al bus de la libertad.

Finalmente embarcó para Rumania el domingo en un largo viaje de 8 horas, sin saber con lo que podrían encontrarse en el camino. “Solo le pedía a Dios que todo salga bien. Era un viaje sin rumbo. Alrededor de toda Ucrania estaban los rusos”.

El joven considera que ese recorrido en bus también fue un milagro porque no hubo retenes en el camino y cuando llegaron a la frontera y había una cola de vehículos de mil metros de largo ellos tuvieron preferencia porque iban mujeres y niños por lo que fueron por otro carril.

Así pasaron a Moldavia. Fue muy rápido y de allí se abrieron paso hacia Rumania sin problemas. “Es increíble, era como si Dios hubiera dicho este bus pasa, sin que nadie lo mire”, sostiene al reiterar que “es algo único e inexplicable lo que viví”.

Una vez fuera de la zona de peligro llegó hasta la ciudad de Constanza donde lo asistió la Embajada argentina cuyos funcionarios lo llevaron hasta la capital de Rumania, Bucarest. “Me trataron como si fuera un compatriota de ellos, estoy muy agradecido”.

El cónsul argentino en Rumania Carlos María Vallarino coordinó las gestiones para evacuar de Ucrania al ciudadano paraguayo José Ariel López.
El cónsul argentino en Rumania Carlos María Vallarino coordinó las gestiones para evacuar de Ucrania al ciudadano paraguayo José Ariel López.

Cuando le confirmaron su vuelo de Bucarest a Dubái y tenía el ticket de vuelo en mano recién el futbolista paraguayo volvió a pisar tierra. “Allí recién sentí que me había liberado de todo y que pronto estaría sano y salvo con mis familiares, en mi querida tierra paraguaya, luego de pasar las horas más difíciles de mi vida”

Dubái, un sueño cumplido

Con el sueño cumplido de conocer Dubái, durante el regreso.
Con el sueño cumplido de conocer Dubái, durante el regreso.

El sueño de seguir su carrera profesional en el fútbol quedó en stand by, pero José Ariel cumplió otro anhelo, el de conocer Dubái.

“Yo soñaba con eso. Incluso, mi vuelo para Odessa tenía escala en Dubái, pero se retrasó la salida en Asunción y me cambiaron en São Paulo en otro avión vía Estambul. Quedé con las ganas, pero ahora se me dio de regreso de la mejor manera y recibido muy bien por la gente de la Cancillería paraguaya que está siguiendo paso a paso mi retorno. Carlos Gamarra y todos sus colaboradores así como el señor Juan Mongelós, de la Embajada en Suiza, a cuyo cargo está Ucrania, me trató muy bien, me ayudó y me aconsejó. Fue muy calidad conmigo”.

También se sintió apoyado por todos los paraguayos, por las oraciones de la gente; todo lo ayudó a mantenerse fuerte, afirma.

De nuevo con la familia

De nuevo reunido con la familia en un momento de intensa emoción al arribo en el aeropuerto Silvio Pettirossi.
De nuevo reunido con la familia en un momento de intensa emoción al arribo en el aeropuerto Silvio Pettirossi.

Desde el primer momento en que estalló el conflicto estaba en comunicación con su familia para que supieran que estaba bien.

Esa noche de los bombardeos al despertarse encontró su celular lleno de mensajes enviados desde Paraguay. “Me desperté con la noticia y el celular lleno de mensajes”.

Desde entonces también su familia aguardaba ansiosa y seguía cada minuto las noticias provenientes de Ucrania. “Ellos estaban esperando con ganas mi llegada. Yo tenía miedo y nervios sin saber qué podía pasar. Incluso, cuando todavía estaba en el hotel en Odessa las horas pasaban muy lentamente y no que quería que llegara la noche, porque de día por lo menos veía las cosas alrededor. De noche, llegaban militares con tanques y camionetas. Siempre estaban entre 30 y 50 militares rondando y eso te lleva a pensar en lo que podía pasar”, menciona al destacar que fueron pocos días, pero muy intensos. Una estadía muy corta pero con los días de larguísima duración describe.

La frase de su llegada al aeropuerto el miércoles a las 10:00 de la mañana resumió todo lo vivido: “Ya pasó la tormenta y ahora a disfrutar con la familia”.

Emotivo abrazo entre padre e hijo en el aeropuerto.
Emotivo abrazo entre padre e hijo en el aeropuerto.

Seguir batallando en el fútbol

A su llegada reiteró lo que ya nos había comentado durante su viaje. Después del reencuentro con la familia y sus amigos el joven José Ariel López quiere seguir su carrera profesional en algún club. “Ojalá algunos clubes de Paraguay me den la oportunidad de jugar, trabajar y seguir creciendo y otra vez esperar alguna aventura en el exterior detrás del fútbol. No pierdo la esperanza y estoy proyectando en seguir en el fútbol que es lo que me gusta, porque sueño y voy a seguir peleando por lograr mi objetivo”.

El optimismo de Ariel es ejemplar. Con tranquilidad comenta que “hay que ver el lado positivo de toda esta experiencia. Estoy sano y listo para buscar nuevos horizontes”.

Hijo único,<i> abuela memby</i>

La conmovedora bendición de la abuela, una costumbre que el joven futbolista mantiene.
La conmovedora bendición de la abuela, una costumbre que el joven futbolista mantiene.

Por Emilce Ramírez

José Ariel López Balmori es el único hijo de Carmelo López de 53 años y proviene de una familia muy humilde de la compañía Costa Báez Ka’aguy, a 8 kilómetros del casco urbano de Acahay. Creció al cuidado de sus abuelos, Angelina Bolmori (89) y Priscilio López (70), que se dedican a la agricultura familiar.

La familia reunida en la casa de Acahay un día antes de su llegada aguardándolo ansioso.
La familia reunida en la casa de Acahay un día antes de su llegada aguardándolo ansioso.

Hace 24 años su padre quedó en silla de ruedas a raíz de una caída sufrida cuando trabajaba como albañil en una obra en Asunción. Arielito nació luego del accidente de su padre y su madre lo dejó al cuidado de sus abuelos paternos cuando apenas tenía dos años.

Desde muy joven sintió atracción por el fútbol y su pasión fue creciendo. Un día yendo a la escuelita para estudiar, se enteró de que en la ciudad funcionaba una escuela de fútbol y se dispuso a entrar allí.

“Nosotros somos muy humildes, pero eso no fue un obstáculo para él que se propuso comprar una bicicleta. Para eso trabajó duro cosechando algodón y con su ahorros se compró la bici para poder ir a estudiar”, dice don Carmelo.

Siendo ya adolescente se integró al Club 1° de Mayo de Acahay donde salió campeón de la juvenil en 2016. Luego jugó en primera división en el Sport San Juan de su compañía Costa Báez, Kaáguy.

Con sus compañeros en el Club San Juan de Acahay.
Con sus compañeros en el Club San Juan de Acahay.

Poco antes de la pandemia fue a trabajar hacia Capiatá donde se dedicaba a la venta de terrenos en una inmobiliaria, pero no descuidaba el fútbol, seguía practicando con un profesor particular que hizo los contactos con el empresario que, al notar su capacidad deportiva lo llevó con mucha esperanza y expectativa para jugar en el FC Real Pharma de Ucrania para hacerse profesional y “cumplir un sueño que tiene para sus abuelos”.

“Mi hijo se fue con muchas esperanzas y también muchos sueños, que solo él lo sabe. Antes de partir le dijo a su abuela, que ruegue para que todo le salga bien y que le daría luego una sorpresa”, comenta entre lágrimas.

La humilde vivienda donde creció en la compañía Costa Báez Ka'aguy, de Acahay.
La humilde vivienda donde creció en la compañía Costa Báez Ka'aguy, de Acahay.

Afirma que se mantuvieron en permanente oración a Dios, a la Virgen de Caacupé y a San Juan Bautista y “creo que es un milagro para nosotros que él esté regresando”, dijo mientras lo aguardaban. “Se fue a un país lejano, sin conocer a nadie, se aventuró, pasó por muchos momentos de incertidumbre. Solo quiero que llegue para abrazarlo porque para mí él es todo”.

Abriga la esperanza de que algún club le pueda llevar a ver cómo juega, ver su dedicación y le puedan ayudar a que surja como futbolista.

El asado de bienvenida que le prepararon los familiares a su llegada.
El asado de bienvenida que le prepararon los familiares a su llegada.

Cuando Ariel terminó la secundaria fue a estudiar a San Juan Bautista la carrera de Veterinaria, pero dejó por no poder solventar los gastos que demandaba.

Adelantó que el “techagau que le tenemos es impresionante” y que entre la ansiedad de esperarlo “máva piko okéta”, para reflejar las noches de desvelo que pasaron estos días mientras lo esperaban.

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