La canasta mecánica

COMPASIÓN -Cuando hablamos de compasión, consideramos solamente cierta clase de sentimiento que surge ante la desgracia ajena, pensando que tiene un halo religioso, y que en cualquier caso, debería ser eliminado o atenuado si queremos actuar con racionalidad. Además, erróneamente se tiende a suponer, que la persona compadecida es considerada inferior por quien compadece.

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La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

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La compasión solo surge entre seres iguales. Una persona se compadecerá de otra, o de un animal, siempre y cuando sienta alguna conexión con quien compadece. Nos compadecemos porque sufrimos con la otra persona o animal y entendemos que el mal también nos puede ocurrir.

La compasión es uno de los más elevados sentimientos del alma. Para los cristianos es sinónimo de misericordia, de piedad, es una actitud generosa que comparte el padecimiento con el semejante y no le abandona con su dolor. Jesús es un ejemplo de amor y compasión.

Para el budismo la compasión es considerada la virtud personal de Buda. Por eso es central y está ligada a la pregunta que dio origen al budismo como camino espiritual: “¿Cuál es el mejor medio para liberarnos del sufrimiento?” La respuesta de Buda fue: “Por la compasión, por la infinita compasión”. El Dalai Lama, actualiza esa respuesta diciendo: “Ayuda a los otros siempre que puedas y si no puedes, jamás los perjudiques”. Lo que hace penoso el sufrimiento no es tanto el sufrimiento mismo, sino la soledad en el sufrimiento. La condolencia es un sentimiento de empatía hacia otros seres humanos iguales a nosotros y su base es el respeto.

Estudiosos del nuevo campo de la medicina mente-cuerpo hicieron investigaciones cuyos resultados les llevaron a concluir, que la compasión y el cuidado de las demás personas contribuyen a mantener una buena salud emocional. Abrirse para ayudar a otra gente induce una sensación de felicidad y serenidad. Puede ser algo tan simple como escuchar a alguien contarnos sus penas. Sin embargo, compadecerse va más allá de la simple bondad. A veces la compasión requiere que le señalemos al prójimo cuáles son sus debilidades o cuáles son esos puntos oscuros que no puede ver, después de todo, en ello yace la causa de su infelicidad, lo que le detiene en su propio crecimiento. Ver estas faltas, estar consciente de ellas y no mencionarlas por cobardía, es falta de compasión, es falsa amistad. La racionalización es necesaria para pasar de la pasión a la virtud, y es lo que permite a la compasión ser uno de los ejes de nuestro deber social.

La conmiseración engendra sabiduría y a través de ella se puede trascender a la iluminación, si se consigue extenderla más allá de los familiares, amigos y seres queridos, hasta poder abrazar incluso a aquellos que nos causaron daños irreparables. Por el camino de la compasión es posible abrir las puertas del perdón que libera y salva, sobre todo a la persona que aprende a perdonar.

carlafabri@abc.com.py

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