Venderle uranio a Argentina, un negocio lejano, dudoso y riesgoso

Hay quienes creen que la instalación de Dioxitek y de un eventual polo nuclear en Formosa puede ser beneficiosa para el Paraguay por la posibilidad de venderle uranio a Argentina. Aparentemente, la propia Cancillería nacional está teniendo eso en cuenta, sin duda alentada y tentada desde la otra orilla del río. Pero cuidado con esto.

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La primera pregunta que habría que hacerse es por qué Argentina, que está entre los quince países con mayores reservas de uranio del mundo, cerró todas sus minas, redujo su producción a cero a partir del año 2000, e importa el 100% del uranio que consumen sus reactores y centrales nucleares.

Claramente, no es por falta de capacidad, ya que Argentina es un país con fuerte tradición geológica y minera.

La razón, en última instancia, es que la producción y exportación de alimentos y el turismo son para la economía argentina mucho más importantes que cualquier explotación minera y, de alguna manera, la mayoría ha considerado que no le conviene comprometer su marca-país exponiéndose a un potencial riesgo ambiental con la extracción y concentración de minerales radiactivos.

San Rafael

La mayor mina de uranio en Argentina era el Complejo Minero Fabril San Rafael-Sierra Pintada en Mendoza, que comenzó a operar en 1976 y suspendió sus tareas en 1995 por presión de los productores de vino y frutas, preocupados por la seguridad y la imagen de su actividad, mucho más lucrativa y relevante en términos de ingresos y de empleo.

Hubo varios intentos de reabrir la mina, todos fallidos por la férrea oposición de los productores locales y sus organizaciones gremiales, así como por parte de grupos ambientalistas.

El último fue en 2007, cuando el conflicto alcanzó niveles de alta tensión y llegó a tener repercusión internacional.

Curiosamente, según nos cuentan, un artículo publicado en el Financial Times de Londres titulado “Pollution fears grow in Argentine vineyards” (Crecen temores de contaminación en viñedos argentinos) contribuyó a inclinar la balanza y definir la cuestión.

El artículo en sí mismo solo describía la situación y no tomaba partido, pero se razonó que la sola mención en un diario de tanto prestigio en la comunidad de negocios mundial podía ser perjudicial para una industria orientada a la exportación. Bastaba con que un competidor (por ejemplo, Chile) se presentara como “zona libre de uranio” para socavar la inserción de los productos mendocinos en los mejores mercados.

“Yellow cake”

En las minas de uranio se extrae el mineral natural y se lo somete a un proceso de concentración en unas “pilas de lixiviación” mediante soluciones de ácido sulfúrico y otras sustancias, con el fin de separar el uranio-238 del uranio-235, que es el que sirve para combustible nuclear, el cual queda con un color amarillento del que adquiere el nombre de “yellow cake” o torta amarilla.

La torta amarilla se procesa en plantas purificadoras para obtener dióxido de uranio levemente enriquecido, al 0,71% o 0,85%. Este es el proceso que realiza Dioxitek, la fábrica que acaba de cerrarse en Córdoba y que quieren reubicar en las afueras de la ciudad de Formosa, frente a Paraguay.

El dióxido de uranio, a su vez, debe ser enriquecido al 3,4% para alimentar centrales nucleares de potencia, procedimiento que en Argentina se hace en la fábrica de Conuar S.A., en Ezeiza, provincia de Buenos Aires.

Entre los desechos que quedan en las minas se suelen mencionar las “colas de uranio”, pasibles de un decaimiento radiactivo, mientras que los líquidos se decantan en piletas a cielo abierto con restos de uranio, arsénico, radio y residuos ácidos.

En Paraguay

En nuestro país se empezaron a explorar posibles yacimientos de uranio en los años setenta y hubo una seguidilla de empresas extranjeras que obtuvieron permisos de prospección y exploración en los departamentos de Caaguazú y Caazapá.

Actualmente, la principal es Uranium Energy Corporation, con base en Texas, Estados Unidos, que en 2012 compró CUE Resources de Canadá, que, a su vez, era dueña de Trasandes Paraguay S.A. y Piedra Rica Mining S.A., permisionarias de sendas áreas de 200.000 hectáreas en Yuty y en Caaguazú, respectivamente.

El gerente local de la compañía, el geólogo Víctor Fernández Crosa, dijo que los trabajos de exploración en ambas localizaciones están terminados y que el siguiente paso es obtener una concesión para la explotación. No obstante, aclaró que todavía no están en la etapa de buscar mercados y que es muy pronto para determinar si le van a vender a Dioxitek, debido a que el proceso de planificación, diseño y desarrollo de una planta minera puede llevar varios años.

Aseguró que Uranium Energy Corporation se especializa en la tecnología conocida como Sistema de Recuperación in Situ (ISR, por su sigla en inglés), “que genera muy bajo nivel de desechos y contaminación”.

¿Buen negocio?

Probablemente las autoridades argentinas les están diciendo a las paraguayas que la instalación de Dioxitek en Formosa es favorable a los intereses nacionales por el uranio que podría vender Paraguay para abastecerla, ya que, como mencionamos, Argentina importa la totalidad de la torta amarilla que procesa.

Al respecto, algunas consideraciones. Aun si prosperara en Paraguay la extracción de uranio, todavía faltarían varios años para tener una mina en operación. Y aunque se tuviera la mina, difícilmente dependería del mercado argentino exclusivamente ni de que Dioxitek se instalara o no en la frontera.

Pero, más allá de ello, si los argentinos consideran que no es conveniente explotar sus minas, ¿por qué lo sería para Paraguay? Nuestro país, al igual que su vecino, tiene también una reputación trabajosamente ganada de exportador de productos alimenticios “premium”, sobre todo en las áreas de carne y granos. ¿Sería razonable poner esa reputación en peligro? ¿Cuánto uranio habría que vender para compensar ese riesgo? Son algunos interrogantes que la Cancillería haría bien en analizar con instituciones tales como el Ministerio de Agricultura y Ganadería, la Asociación Rural del Paraguay y la Unión de Gremios de la Producción y otras afines.

Enviado especial a Córdoba
arivarola@abc.com.py

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