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–Los cambios en la región generan nuevas esperanzas. ¿Cuál es su análisis?
–Son nuevas esperanzas que emergen de dos proyectos de desarrollo, la determinada por la Alianza Pacífico (Perú, Colombia, México y Chile) y el otro, la del Alba, predominantemente marcado por Venezuela y con una fuerte presencia y apoyo desde Argentina y Brasil. Son dos modelos distintos sobre cómo enfrentar el desarrollo. Al cabo de un tiempo ya es posible tener una evaluación. Los países marcados por la Alianza Pacífico son países que han ido logrando mejor estabilidad política y han dado pasos de desarrollo más sustantivos. Por el contrario, en la órbita del Alba hemos tenido situaciones muy regresivas. El máximo ejemplo es Venezuela donde no se describe solo una falta de democracia o una crisis de democracia. Es mucho más que eso. Se trata de una crisis social profunda que ha terminado por conculcar las libertades propias de un régimen democrático y que ha sumido en la pobreza a uno de los países con mayor potencial energético de Latinoamérica.
–Tiene un drama social como nunca tuvo...
–Exactamente. Hace unas semanas me reuní con un grupo de opositores venezolanos encabezado por Lilian Tintori, la esposa del líder político preso Leopoldo López, y percibí la desesperación de ellos por ese drama social: la falta de medicamentos y de cosas básicas para la población. Es una situación ya extrema. Pero no más allá está la crisis política y económica en que está sumido Brasil. Argentina está emergiendo de la larga era del matrimonio Kirchner en el poder. El país no figura ni entre los 50 países habiendo sido el quinto más rico del mundo en un período del siglo pasado. En todo este tiempo estamos comprobando que los caminos del populismo y la demagogia terminan frustrando enormemente y generan crisis como las que están atravesando Venezuela y Brasil. Quién se hubiera imaginado que un exviceministro (el argentino de Obras Públicas José López) estaría enterrando personalmente nueve millones de dólares en un monasterio. La realidad supera la ficción. Pocas veces como hoy es posible apreciar una diferencia de caminos de desarrollo tan distintos, tan opuestos, con resultados concretos tan distintos entre países que siguieron a la Alianza del Pacífico y los que siguieron al Alba.
–Hay un cambio en el vecindario...
–Claro, tenemos el fenómeno Macri en la Argentina, tenemos lo de PPK en Perú (el presidente recientemente electo Pedro Pablo Kuczynski). En Bolivia Evo Morales perdió el plebiscito que le iba a permitir perpetuarse. La oposición comenzó a organizarse y ya afloran las contradicciones de Morales, aquejado como los demás de problemas de corrupción e incapacidad de generar políticas sociales eficaces. En Ecuador, el presidente (Rafael) Correa ya no podrá ir a la reelección. Las encuestas indican la preferencia hacia el opositor Guillermo Lasso, alguien de la misma orientación de proyectos políticos, económicos y sociales que Macri, Kuczynski, que Juan Manuel Santos...
–¿Y Venezuela? Se enganchó ahora con Estados Unidos como si pidiera un “balón de oxígeno”...
–Era impensable, así como fue impensable que Cuba reiniciara sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos con intermediación papal. Cuba pasó hambre con la caída de la Unión Soviética y no quiere volver a pasar hambre. Tengo la impresión de que Cuba sigue un camino irreversible...
–¿Se queda solo Maduro?
–A mí me gustaría que los días de Maduro terminaran mañana. Ya perdió la Asamblea Nacional (el Parlamento) y a eso se agrega el desastre económico y social que vive el país que va camino de una explosión social. Maduro inició su cuenta regresiva evidentemente.
–La constante es la corrupción de estos gobiernos que prolongan su mandato. ¿Y la presidenta (Michelle) Bachelet, que tiene problemas con su hijo?
–La presidenta Bachelet había dejado su primer gobierno con mucha popularidad. La situación se ha invertido. Ella lleva más de un año con una adhesión inferior a los 30 puntos, con un rechazo superior al 70%. Siete de cada 10 chilenos dicen que vamos por un muy mal camino. Estamos viviendo un muy mal momento político y esperamos que pueda ser revertido el próximo año que tenemos elecciones presidenciales.
–Esas coincidencias... ¿Quien hubiera pensado que Lula tendría ese tipo de problemas? Dicen que el hijo acumuló una riqueza impresionante. Lo mismo se dice de la hija de (Hugo) Chávez...
–Uno ve cara y no ve corazones, entonces no ve lo que está en el alma humana. A todos nos han sorprendido los niveles de corrupción de Brasil...
–De Cristina ni hablemos...
–¿Para qué hablar más de los Kirchner y su grupo más cercano? La realidad superó la ficción...
–¿Bachelet puede ser la próxima Dilma (Rousseff)?
–En el caso de Chile tenemos casos de corrupción. Hemos tenido problema con el hijo de la presidenta, con la nuera, en términos de unos negocios de carácter inmobiliario donde aparentemente ella utilizó sus vínculos políticos para obtener beneficios en la toma de un crédito. Hemos tenido también irregularidades en el financiamiento de las campañas políticas. El efecto que ha producido sobre la presidenta Bachelet ha sido muy fuerte pero no es una persona corrupta, según lo que yo considero.
–De Dilma tampoco se dice que sea corrupta, pero está fuera...
–En Chile se está investigando todo. Ahí la igualdad ante la ley se aplica. Puede ser sobrino, cuñado, nuera o dirigentes políticos de mucho renombre.
–¿Puede poner en riesgo el gobierno de la presidenta?
–El daño al gobierno que representa Bachelet no creo que sea suficiente para que siga el mismo camino de la señora Rousseff...
Entrevista de Hugo Ruiz Olazar
holazar@abc.com.py