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Saguier manifestó que las palabras del Papa fueron la traducción, en una oratoria sencilla, de las ideas del Concilio Vaticano II y la encíclica de Pablo VI Populorum Progressio que apuntan a dar prioridad a los más humildes, débiles, marginados y excluidos de la sociedad.
También consideró importante el llamamiento a los cristianos a ser consecuentes y coherentes y a no incurrir en una práctica meramente ritualista de las creencias religiosas.
Destacó asimismo el planteo de una salida pluralista a las dificultades, en contra del dogmatismo ideológico que fatalmente conduce a las dictaduras, recordando los episodios históricos nefastos de totalitarismos de izquierda y de derecha. Al respecto, consideró que las palabras del Papa fueron en la línea de la doctrina social de la Iglesia Católica.
Sobre la frase en la que instó a anteponer la patria a los negocios, indicó que el sumo pontífice es un gran conocedor de la debilidad humana y la codicia es un pecado condenable. Saguier no quiso especular si el Papa se refirió a alguien en particular. Agregó, entre risas, que el mismo Francisco pidió después que no se a señalara a nadie en particular porque iba dirigida a todos.
Respecto a lo expresado por el Papa sobre el combate a la corrupción y la pobreza por parte del gobierno, Saguier dijo que en esa ocasión habló como un Jefe de Estado a otro en un lenguaje diplomático. Si bien pudo haber sido interpretado como un reconocimiento, el legislador señaló que, por el tono que empleó, no se puede descartar que haya sido una advertencia.
Celebró que se haya corregido ayer la omisión inicial a la situación del secuestro de Edelio Morínigo.