¿“Yeta” para quién?

Comenzó el 2013, año que para más de uno puede provocar, por lo menos, un cierto erizamiento o molesto cosquilleo. Porque supersticiosos no faltan y como se sabe al 13 hay quienes lo consideran un número “yeta”. Esto es, un número emparentado con infortunios, con desgracias, con la mala suerte.

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Así será para algunos, pero para otros será todo lo contrario, como siempre pasa. Unos pierden y otros ganan (ocurre a menudo que casi siempre son los mismos). Unos ligan y otros no. Hay quienes tienen mala suerte y están los que se arreglan para siempre tener buena suerte.

Veamos el caso del Ecuador, un ejemplo actual al que, dicho sea al paso, extrañamente han prestado poca atención las investigaciones y la literatura progresista sobre autoritarismos, corrupción y violaciones de los derechos humanos en la región.

En el Ecuador, en febrero, el día 17 para ser precisos, se celebrarán elecciones presidenciales y legislativas (se habrán de elegir Presidente y vicepresidente de la República y 137 miembros para la Asamblea Nacional). Está prevista una segunda vuelta –“balotage”– para abril, si en la primera convocatoria no hay un candidato que obtenga más del 40% de los votos y con una diferencia de más del 10% sobre quien se ubique en segundo lugar.

Y aquí aparece el tema de la suerte y la mala suerte. Hay quienes calculan que la “yeta” va a estar del lado de los candidatos de la oposición y que Rafael Correa, el actual presidente del Ecuador, quien se presenta a la reelección –faltaba más– se alzará con el triunfo y con amplitud. Que no habrá necesidad de balotage. Que la suerte estará de su parte.

Seguro, a la suerte hay que ayudarla y para eso Correa ha dispuesto una serie de normas que hacen prácticamente imposible que la “diosa fortuna” pueda darle una mínima “manito” a los otros candidatos. Para empezar es sabido el control de la prensa que a través de diversas normas de la justicia y de la autoridad electoral ejerce Correa desde el Gobierno, el que además, para que nadie se equivoque, ha clausurado el pasado año más de una docena de medios electrónicos y ha amenazado con hacerlo a otra veintena. Prácticamente todos los mensajes de la oposición deben sufrir una especie de censura previa. Todos los funcionarios públicos, además, tienen prohibido hacer declaraciones y dar información a la prensa que no sea oficialista y, por supuesto, no se da publicidad oficial a aquellos medios que no apoyen al gobierno, esto es, a la candidatura de Rafael Correa.

Mientras tanto, el presidente candidato tiene a su disposición todos los medios oficiales y los medios amigos a los que el gobierno respalda con su publicidad. Y Correa no es de los que desprecie la suerte, la que no tienen sus opositores. Según cifras de mediados del año pasado, desde que asumió se dirigió a los ecuatorianos por cadena de radio y TV 1025 veces (hay que agregarle las de los últimos 6 ó 7 meses) y a las que se suman 284 mensajes sabatinos (de tres horas) por todos los medios oficiales y algunos medios privados. Todo esto sin contar toda la publicidad oficial, permanente, de la obra de gobierno.

Es que con toda esa suerte es difícil que Correa pierda.

Y así lo ratificarán los observadores de la Unasur y de la OEA, y destacados expertos y comunicadores internacionales. Quizás parte de la victoria la atribuyan más que a los “méritos y atributos” del ganador, a la “yeta” de los perdedores. Queda como mejor justificado, ¿no?

daf@adinet.com.uy

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