Ver la salvación de Dios

“Todos los hombres verán la salvación de Dios” es el feliz anuncio que Juan Bautista nos hace, retomando al profeta Isaías.

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Ver la salvación de Dios es un deseo de todo ser humano y no solamente como algo “para la otra vida”, pero experimentarla desde ahora, en un nuevo tipo de relaciones humanas que respeten los dictámenes de la justicia y mejoren la calidad de vida de todos.

Sin embargo, es una incoherencia quedarse pasivamente esperando que Dios lo haga todo. Aunque Él tenga poder para hacerlo, pide nuestra colaboración. Es más, tiene que sortear los desmanes y desvaríos de nuestra libertad.

Es necesario estar más conscientes en cuanto a la responsabilidad de “preparar el camino del Señor”, pues esta es una característica dominante del tiempo de Adviento, que es un tiempo oportuno de preparación a la Nochebuena.

Un modo eficaz de ver, sentir y compartir la salvación que el Señor nos ofrece gratuitamente es participar de la “Navidad en Familia”, situación en que los miembros de la familia, con sus vecinos y amigos, concurren a los nueve encuentros de oración, cantos y reflexiones. En 2015 el tema será: “Seamos misericordiosos como Dios Padre”, dentro de la línea del “Año de la Misericordia”, convocado por el papa Francisco.

Asimismo, para ver la salvación de Dios es fundamental allanar los senderos de la soberbia personal, sin considerarse más importante que el otro, sea por tener plata, poder o amigos influyentes en la política.

También, rellenar los vales de las desigualdades sociales, sin permanecer indiferente delante del hambre de tantos hermanos, de la falta de empleo y la carencia de medicinas, que maltratan a muchos seres humanos.

Enderezar los senderos sinuosos del egoísmo, que considera el nacimiento de nuestro Salvador, principalmente, como ocasión de comilonas, borracheras y momento para regalarse a sí mismo todo tipo de superfluos.

Una vez que el Padre envía a su Hijo Unigénito para nacer en un humilde pesebre, está indicando que desea mostrarnos su salvación y que podamos comprenderla. Su Palabra ya no es solamente una palabra, un sonido de la garganta, sino que es ahora una Persona, es Jesucristo, que va a realizar cabalmente el proyecto del Padre, para nuestra redención.

Tenemos que cambiar nuestros valores para ver y disfrutar de esta salvación y San Pablo nos exhorta a que colaboremos con la difusión del Evangelio en nuestra realidad concreta, sin presentar mil justificativos para no comprometerse.

Reitero: organice y participe de la “Navidad en familia” y usted será capaz de descubrir cosas admirables.

Paz y bien.

hnojoemar@gmail.com

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