Un enfoque diferente de la actual creciente en el río Paraguay

Desde el pasado 15 de abril, cuando el río Paraguay, frente a puerto Antequera, lugar de referencia, estaba en bajante, en tan solo 30 días las aguas subieron tres metros. El pronóstico es que este repunte puede llegar a los 4 metros, si es que en ese ínterin no se produce una lluvia copiosa como en Concepción, donde en dos horas cayeron 300 milímetros de agua.

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El cincuenta por ciento de nuestros afluentes, con la subida de dos metros, ya empezaron a rebozar sus bocas. Esto nos demuestra que nuestras colmataciones y sedimentaciones son de dos metros para arriba del nivel normal. Ahora, en este preciso momento, al alcanzar los tres metros de subida, un ochenta por ciento está recibiendo abundantes aguas, que nuevamente empieza a mover sus anillos. Con esto, la clarificación de la mayoría de nuestras lagunas, que son muchas y desconocidas, se tornan nuevamente aptas para que los pocos peces que nos sobran puedan entrar a reproducirse en su hábitat natural.

Lastimosamente no estamos en época de desove, que recién empieza en agosto. Aclaro que nuestras vedas pesqueras del 1 de noviembre al 15 de diciembre son atípicas. No se descarta la posibilidad de que, dentro este mar de humedales, con este repunte puedan quedar algunos ejemplares para luego reproducirse. Al final las crecientes naturales siempre son beneficiosas para la flora y la fauna, pues mediante ellas se purifican los humedales y se evitan las contaminaciones. Los daños son al final mínimos para los pescadores ribereños, si consideramos los beneficios que aporta directa e indirectamente a la misma naturaleza.

Yo creo que en vez de subvencionar a unos pocos ribereños, deberíamos potenciar el cuidado de nuestra flora y fauna, manteniendo libres nuestros afluentes, que al final es el pulmón por donde respira nuestro querido río Paraguay.

Al hacer esta mención, veo y presiento que estoy hablando al santo botón y que esto nunca se concretará, salvo que no se produzca un desequilibrio ambiental como sucedió en el lago Ypacaraí y entonces todo el mundo empezará a loquear y a protestar.

Esta actual creciente es tradicional, de todos los años, y nosotros la recordamos como la creciente o el repunte de Semana Santa. Por ese motivo, en esa fecha religiosamente escasean los peces, pues ellos emigran a los afluentes para desovar. Este año el repunte llegó un poco atrasado, pues el deshielo de los Andes descargó sus aguas un poco fuera de época en el río Pilcomayo, por el mal manejo de su riqueza.

Hoy, a la fecha, mediados de mayo del 2013, nuestro querido río Paraguay, y de acuerdo a lo previsto, nuevamente empezó a descender, y en tan solo 15 días bajó un metro ochenta centímetros. Con esto, la decaída pesca empezó a entusiasmar a nuestros asiduos pescadores, quienes se pegaron el lujo de pescar nuevamente varias piezas de gran porte. Por decirlo, surubíes de hasta 30 kilogramos, pacúes y dorados de hasta 8 kilogramos que hacía tiempo no veíamos por estos lares. Todo esto, gracias a este oportuno repunte que nos dio la oportunidad de que estos olvidados reproductores pudieran salir de aguas profundas, donde estaban presos o encajonados hace muchos años.

Cuando pase esta luna de miel, que no va a durar mucho tiempo, nuevamente entraremos a la vieja y desgastada lucha cotidiana por la sobrevivencia.

Razonable o inteligentemente, esto no tendría que ser así, pero si a nosotros nos gusta soñar de vez en cuando y vivir de ilusión, que así sea.

Como usted verá, en la naturaleza todo está relacionado, entrelazado, es una gran cadena que no se debe romper, más bien se debe potenciar cuidando su importancia en nuestro ecosistema.

(*) Poblador de Puerto Antequera.

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