Todos contra todos

El anuncio del Gobierno de un plan que busca facilitar la adquisición del primer cero kilómetro, con cuotas que no superen el millón de guaraníes a través del Banco Nacional de Fomento, fue un golpe de marketing que parece elogiable, pero solo en un nivel superficial. 

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Es una realidad que las ventas de las concesionarias han bajado considerablemente desde que se introdujeron al país masivamente los autos usados “vía Chile”. Entonces el plan parece conciliar perfectamente los intereses de empresarios que necesitan colocar sus vehículos en el mercado y trabajadores asalariados que merecen tener facilidades para comprarlos. 

Ahora bien, hay situaciones que también conviene analizar. Una de ellas es que este es el gobierno que subió en más de un 50% la deuda pública, analizando las sucesivas emisiones de bonos desde el 2013 hasta el presente año, y que el pretexto fue la necesidad de crecer en infraestructura y también en transporte. 

Además se debe considerar que en los últimos cinco años el parque automotor nacional se duplicó. Según datos del Registro del Automotor. Hasta el 31 de mayo de este año teníamos 1.952.461 vehículos de todo tipo, lo que hace un promedio de un vehículo por cada tres habitantes. 

¿Y cómo impacta ese tremendo parque en la fisonomía de la ciudad y más aún en la vida de los ciudadanos? Pues solamente la avenida Mariscal López, uno de los corredores principales de acceso y salida de Asunción tiene todos los días 2.300 vehículos por hora circulando por cada carril, según datos proveídos por la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de Asunción. Quienes padecen esa aglomeración diariamente podrían explayarse mejor sobre las horas que pasan estancados en el tránsito intentando llegar de un punto a otro de la ciudad. 

La exposición de estos datos no pretende ser una perorata ni alegoría al altruismo para que quienes desean comprarse un vehículo bajo este promocionado plan desistan en nombre de intereses colectivos. No. Es una invitación a preguntarnos cómo resuelve este gobierno los problemas públicos, cargando sobre las espaldas de los ciudadanos su propio fracaso en el ofrecimiento de alternativas de transporte masivo. Ahí tenemos al metrobús, para el que nos endeudaron en 52 millones de dólares (hasta ahora) y del que se olvidaron a la hora de lanzar este nuevo plan populista.

Con la misma lógica gubernamental la educación pública se deteriora, mientras los padres se desviven por pagar una educación privada cada vez más cara. 

En seguridad, el fracaso es igual de evidente. Solo falta que un día amanezcamos con una campaña que nos facilite el pago para comprar nuestras propias armas.

pcarro@abc.com.py

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