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El Estado hace mucho tiempo dejó en situación de abandono al campo. La solución no es la entrega de tierras, sino debe haber una inversión real en base a planes serios y sustentables. Si no hay condiciones para explotarlas, las mismas son vendidas y volvemos a tener campesinos sin tierras.
Los gobernantes no invierten los recursos para mejorar los caminos vecinales, electrificar y proveer de agua potable a los asentamientos campesinos. Tampoco capacitan a los productores, no generan la posibilidad de que los pequeños agricultores y ganaderos accedan a créditos, no gestionan la instalación de industrias para aprovechar la materia prima, ni ayudan a crear las condiciones para que haya mercado para lo producido en el interior del país.
El Gobierno actual, cuyo periodo va culminando, también está en deuda con el sector campesino.
El destituido Fernando Lugo prometió mucho y nada hizo para mejorar la situación de los campesinos. Mientras, a Federico Franco le resta ya muy poco.
Fernando Lugo perdió una valiosa oportunidad de desarrollar el campo aprovechando la confianza de la gente porque prefirió alentar las invasiones, generando anarquía en diversas zonas rurales. No atacó el problema de fondo, que es reactivar la agricultura campesina.
Los candidatos que competirán en los comicios del 21 de abril deberían focalizar su atención en este problema muy sensible.
Con toda seguridad, una notoria reducción de los índices de inseguridad y de desempleo se logrará si se reactiva el campo.
waquino@abc.com.py