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Es por esto que nosotros, los cristianos, ahora celebramos el domingo como el día del Señor y no más el sábado, como era en el Antiguo Testamento, pues fue justamente en el primer día de la semana que el Señor venció la muerte, con su Resurrección. Al participar de la eucaristía cada domingo estamos manifestando nuestra fe en Su victoria.
María Magdalena fue la primera que proclamó al Señor Resucitado y después de ella muchos apóstoles lo hicieron, incluso hasta el martirio. A lo largo de la historia, miles de personas cambiaron todo en su vida por causa de Cristo, de la vida nueva que nos ofrece y de la fuerza imbatible de su Resurrección. Ahora, en el siglo XXI nos toca a nosotros.
La Resurrección de Cristo es un hecho histórico, cuyas pruebas son el sepulcro vacío y las bien fundamentadas apariciones a sus seguidores. Pero también es un hecho “transhistórico” es decir, va allá de aquel momento histórico, alcanza y beneficia a toda la humanidad.
Al celebrarla estamos actualizando nuestra propia liberación, conmemoramos la derrota del egoísmo, del materialismo, de las vanidades, en fin, del pecado.
En ella encontramos la clave de la esperanza cristiana, pues si Jesús está vivo y camina junto con nosotros en todos los momentos, ¿qué podemos temer y para qué tanta preocupación?
Ella es la nueva creación, ya que una vez estropeamos la primera creación de Dios, al querernos hacer “como dioses” en el pérfido lenguaje de la serpiente.
Todo toma nuevo sentido y cada cristiano debe irradiar esta luz a todas las personas, por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
Proclamamos la Resurrección entendiendo que Jesús “pasó haciendo el bien y sanando a todos” (Hech 10) y también nosotros debemos abandonar nuestras macanas en el ámbito de la deshonestidad profesional y de la infidelidad matrimonial.
Además, el apóstol enseña: “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo” (Col 3), es decir, mostremos nobleza en nuestras actitudes.
¡Felices Pascuas de Resurrección! Nosotros, Hermanos Capuchinos... ¡seguimos recibiendo los huevos que chocolate que nos quieran enviar: ¡ta’upéicha!
Paz y bien
hnojoemar@gmail.com