Problemas antiguos que no tienen solución

Lo que debió ser casi un trámite administrativo se convirtió de nuevo en un seria crisis política que amenaza con afectar la gobernabilidad del próximo gobierno. Que la renuncia del presidente de la República sea el disparador de un proceso de inestabilidad solo se explica por la muy frágil institucionalidad que tiene el país.

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Esta situación no es nueva. Con matices se viene repitiendo casi en cada periodo constitucional, desde la caída de la dictadura. La Cámara de Senadores funcionando con 44 miembros, un senador electo al que no se le permitió jurar, dirigentes políticos ocupando bancas sin siquiera ser proclamados o la manipulación de los resortes judiciales para frenar una candidatura presidencial, solamente son diferentes formas del mismo problema.

Que hoy el presidente Horacio Cartes sea el afectado, es apenas un dato. La cuestión de fondo es la incapacidad de la clase política de solucionar sus conflictos dentro del marco normativo; destruyendo a su paso toda posibilidad de fortalecimiento institucional.

La coyuntura hace que situación creada en estos momentos sea más explosiva que la de 2008; cuando Nicanor Duarte Frutos fue electo senador pero no pudo asumir porque sus colegas de la Cámara no lo permitieron. Entonces la Presidencia de la República estaba en manos de Fernando Lugo y Duarte Frutos formaba parte del partido de oposición. Que asumiera o no era una cuestión que tenía sin cuidado al Gobierno. Incluso le generaba una cierta ventaja porque mantenía la crispación en las filas de la ANR.

Hoy la situación es diferente. Cartes es el líder del principal movimiento colorado. Impedir su asunción genera un problema al Gobierno que asumirá el próximo 15 de agosto. Aún antes de tomar el poder la nueva administración tiene activada una crisis que si detona puede tener efectos irreparables.

El presidente electo no tiene un equipo propio que lo pueda sustentar. Para llegar a la presidencia de la República armó alianzas electorales, capitalizó enojos y frustraciones; pero no estructuró una base política propia. Los senadores que fueron electos por la lista del movimiento que encabezó no solo no le responden, sino que ni siquiera están muy interesados en el futuro de su Gobierno. Para ellos el objetivo era mantener su banca o llegar al Congreso. Cumplido ese tramo ahora empezarán a moverse de acuerdo a sus intereses.

Con partidos sin funcionamiento orgánico, sin base política propia y con un congreso altamente fragmentado el presidente electo esta expuesto y debilitado. Un acuerdo al menos formal de la base colorada en el Congreso le podría generar cierta tranquilidad al menos por un tiempo. Ahora con la situación que se crea el futuro de su administración queda atado a las alianzas mínimas, a acuerdos de contingencia que le permitan tener un día más de los cinco años que tendrá que gobernar.

Estas sos muy buenas noticias para los partidos de oposición. Inesperadamente tendrán mucho mayor poder de presión. Incluso llegado el momento podrían establecer lineamientos al Gobierno.

Aquellos que piensan que frenando la llegada de Cartes a la Cámara de Senadores están finalmente liquidando el principal movimiento del Partido Colorado podrían llevarse una desagradable sorpresa en un corto tiempo. Pasarle la factura y cobrarle enojos guardados hace cinco años quizás sea la peor manera de intentar dejarlo de lado en la vida política.

Más bien podría ser el catalizador para que finalmente Honor Colorado haga lo que no hizo hasta ahora, se amontone junto a su líder y utilice todo el poder político que logró construir en las últimas elecciones.

ogomez@abc.com.py

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