Más valioso que el petróleo

El conocimiento es el bien más importante y decisivo para la prosperidad que puede poseer un país en la actualidad. Más valioso que el petróleo, que las minas de oro, que las represas hidroeléctricas, que las grandes plantaciones de soja o que cualquier otro recurso natural.

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Se dice: “Hoy en día la materia prima más importante es la materia gris” y se habla de “la era del conocimiento”, porque ese conjunto de saberes intangibles al que llamamos conocimiento se ha convertido en la posesión más valiosa que puede tener una sociedad y en la mayor y más segura fuente de progreso y desarrollo económico, social y humano.

Los países llamados “tigres asiáticos”, Corea del Sur, Taiwán, etc., que basaron su veloz desarrollo en priorizar la inversión en investigación, ciencia y tecnología, son la mejor prueba de ello. El ejemplo más llamativo, que quizás ayude a dimensionar hasta qué punto el conocimiento es la clave de la prosperidad en el mundo actual, es Singapur.

Se trata de una ciudad estado, prácticamente sin recursos naturales significativos, con apenas 697 kilómetros cuadrados y alrededor de seis millones de habitantes. Sin embargo, tiene uno de los mayores índices de crecimiento del mundo y su renta por habitante y año es de nada menos que 50.324 dólares; la paraguaya está apenas por los 4.000… ¿Qué ha hecho tan próspero a un país con tan escasos recursos naturales, tan pequeño territorio, tan modesta población? El conocimiento y la tecnología.

Esto es cierto no solo para los países, sino también para las empresas. El negocio del hombre más rico del mundo, Bill Gates, no es el petróleo, ni el trigo, ni el acero, ni siquiera computadoras: vende programas. Google ofrece algo aún más intangible: un sistema para buscar información.

De hecho podemos encontrar, acá mismo, en el Paraguay algunos ejemplos, como el de la ganadería, el sector que más se ha desarrollado, y lo ha hecho mediante la genética, es decir, mediante el conocimiento y la aplicación de tecnologías derivadas de la ciencia.

No se trata de casos excepcionales, sino que cada vez hay más. En cambio son igualmente abundantes los países privilegiados por la naturaleza con abundantes recursos naturales que están sumergidos en la pobreza y el subdesarrollo.

La importancia económica del conocimiento ya es enorme, pero además está creciendo exponencialmente. Es más que probable que dentro de un par de décadas un país sin conocimiento, sin un buen desempeño en ciencia y tecnología sea sencillamente pobre, sin importar cuántos ni cuán importantes sean los recursos naturales que haya en su territorio.

Así lo pronostica el ensayista e historiador Yuval Noah Harari, en su libro Homo Deus: breve historia del mañana, donde afirma: “En épocas anteriores, las principales fuentes de riqueza eran los activos materiales, tales como minas de oro, campos de trigo y pozos de petróleo. Hoy en día, la principal fuente de riqueza es el conocimiento”. Agrega el pensador que los bienes materiales pueden ser robados o confiscados, pero ni los países ni las personas pueden obtener conocimiento mediante el saqueo.

Estimados lectores: ese es el motivo de mi preocupación por la educación, de mi espanto ante el desprecio que nuestros políticos y autoridades muestran diaria y sistemáticamente no solo por la educación, sino también por la ciencia y la tecnología. Una educación de calidad es la puerta de acceso al conocimiento y al desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Con nuestros bajísimos niveles educativos, con la precariedad de nuestros centros de estudios y laboratorios, con la escasez de fondos destinados a investigación y desarrollo estamos condenando al Paraguay a la pobreza, al estancamiento económico y social. En definitiva, a quedar en la cuneta de la historia.

Responsables son las autoridades nacionales, municipales y de las gobernaciones que realizan o permiten escuelas que se caen, presupuesto de kits y almuerzos escolares que se malversan. Cómplice es el Poder Judicial que hasta ahora no ha castigado ni uno solo de esos crímenes contra la formación.

Por desgracia, gran cantidad de docentes son parte del problema, ya que, como sostuvo el editorial de este diario el pasado jueves, conocen bien a quienes cometen tales desmanes de los que ellos mismos son víctimas pero también cómplices, puesto que ni los denuncian ni hacen nada para oponerse.

Además, solo es posible una enseñanza de tan mala calidad como la paraguaya con un alto promedio de malos docentes, que contribuyen con su incapacidad a que nuestro país esté entre los que poseen la peor educación tanto primaria como secundaria y superior.

El conocimiento en todas sus facetas necesita educación y presupuesto para crecer y consolidarse; pero ese presupuesto no es suficiente, hacen falta también docentes que formen en lugar de deformar a los estudiantes. Nada de eso tenemos y, por eso, ni nuestros jóvenes individualmente, ni nuestra nación como conjunto pueden mirar al futuro con optimismo.

rolandoniella@gmail.com

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