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Con escasos meses de diferencia, en el 2011 fueron derrocados tres dictadores del norte de África, luego de semanas y meses de protestas y guerras civiles, que produjeron miles de heridos, desplazados y muertos. Lamentablemente, estas revoluciones sufrieron crisis de identidad y hasta se tornaron peligrosas por ayudar al surgimiento o preponderancia del islamismo extremista que pretende cercenar toda noción de libertad individual.
Fue así que en Túnez, Egipto y Libia, los revolucionarios que lucharon contra la tiranía, el exilio y la muerte, promueven ahora el autoritarismo y la reimplementación de un sistema político contra el cual se enfrentaron. Algunos analistas ya lo ven como la victoria del “Invierno Árabe”, en vez de la concreción y asentamiento de la “primavera política”, que no está trayendo los cambios políticos ni económicos. Todo esto lo vivimos en tiempo real, a través de internet y con la nueva forma de hacer periodismo.
Sin embargo, en China, Irán, Arabia Saudita y otros lugares no se pudieron concretar escenarios similares a los de la Primavera Árabe y todo intento de apostar a una revolución que terminara con las dictaduras fue vilmente aplacado por la fuerza de los regímenes de esos países.
Pero también hay revoluciones tecnocientíficas. Se descubren nuevas vacunas contra distintas enfermedades, se desarrollan nuevos medicamentos y alimentos para aumentar no solo la producción agrícola, sino también la calidad de los mismos. Empero, el anuncio del CERN del 4 de julio del año pasado transformaría la física y la visión de la ciencia en general. Los científicos habían anunciado la observación de una nueva partícula consistente en el bosón de Higgs, que aun así tardará en comprobarse si realmente se trata del mismo. En el 2012 también se envió al planeta Marte un robot bajo el nombre de misión Curiosity, que está analizando el suelo de nuestro vecino para indagar acerca de la posible vida pasada y nos ayude a entender si una colonia humana podría establecerse en algunos años más.
Por su parte, las telecomunicaciones son, a la par de diversas, cada vez más revolucionarias, por su dinamismo, originalidad y forma de encarar las relaciones humanas. Y en esto no solo son protagonistas las redes sociales y los teléfonos inteligentes, sino también los agentes creativos de comunicación.
Sin dudas, la complejidad sigue estando presente en la sociedad mundial. Las guerras internacionales y nacionales continúan en algunas partes del planeta; el hambre, la pobreza y la miseria no están erradicadas de la Tierra y, aunque se derrocaron a algunas dictaduras, varios dictadores siguen aumentando sus poderes en sus respectivos países. Esto se presenta hasta como una paradoja, pero solo es señal de que en la diversidad encontramos contradicciones; en los avances de unos vemos un mundo más equilibrado, racional, inteligente y desarrollado; en los retrocesos nos espantamos con crímenes de Estado, censura a la libertad de expresión y de prensa, masacres en nombre de dioses y subdesarrollo.
El término revolución puede ser usado hoy en día para cualquier cosa. A veces, el vandalismo y simple protesta se confunden con grandes cambios de paradigmas políticos. Lo cierto es que el mundo se transforma cada vez más rápidamente y solo aguantarán su ritmo aquellos que mejor se adapten, tanto a los procesos geopolíticos de reagrupación o mejoras como a los descubrimientos científicos que nos ayudarán a comprender la realidad material. Ya no hay marcha atrás, es el periodo de las revoluciones.
equintana@abc.com.py