La creciente del año 2014: lo que nadie quiere aceptar

A mi entender, este tipo de creciente sigue siendo la solución para amortiguar o reducir muchos otros problemas que actualmente aquejan al medio ambiente, especialmente en mi área de influencia. El hecho de que de vez en cuando aparezca un gran volumen de agua que venga a clarificar un extenso territorio de humedales que prácticamente se estaban secando y de paso contaminando su entorno, es todo un regalo divino que nosotros los seres humanos no somos capaces de crear ni realizar.

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Para que usted lo sepa, nuestros criaderos naturales, que son los afluentes y sus humedales, irreversiblemente en estas últimas bajantes que estaba sufriendo el río Paraguay se estaban secando en un noventa por ciento, por sus insostenibles sedimentaciones y posteriores colmataciones, creando una serie de problemas ambientales, por más que muchos de nuestros ambientalistas no lo quieran ver así.

Con mi larga experiencia acepto este regalo divino y acompaño y aplaudo estas crecientes con beneplácito y defiendo sus consecuencias, que finalmente redundarán con muchos otros beneficios a favor de esta resentida naturaleza. Desde luego que lamento la suerte de muchos damnificados y no quisiera estar en su lugar, pero les aseguro que este pequeño sacrificio al final servirá y ayudará para que nuestra flora y fauna puedan seguir viviendo, aunque sea por un periodo más. Entiendo que desde que el mundo fue mundo el sacrificio de algunas especies fue una razón o un justificativo para que el resto de la humanidad pueda seguir viviendo en paz y continuar su curso normal.

Al final, este merecido descanso dará a los peces un pequeño y gratificante respiro en cuanto a su tenaz persecución. Cuanto más tiempo dure y más nos duela su presencia, será mejor, pues oportunamente esta crecida del año 2014 llegó en la época exacta de desove de nuestros peces, no como nuestras tradicionales y decretadas vedas pesqueras.

Dígase de mi persona que soy un desubicado y no me ofenderé.

Ustedes no se pueden imaginar los millones de peces que en estos momentos están gozando de esta hermosa creciente. Un grupo está sufriendo sus consecuencias, pero si ponemos en la balanza divina, veremos que todo este sacrificio se justifica.

(*) Poblador de Puerto Antequera.

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