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Pareciera que estas tareas viales se llevan a cabo, incluso, con cierta desesperación, porque los plazos podrían no alcanzar. También se nota la fuerza transformadora del trabajo en las más de cien hectáreas de la Fuerza Aérea, de donde desaparecieron las malezas y se están construyendo ya los altares para el 12 de julio.
Y uno se pregunta cómo es posible todo esto, si durante el resto del año llevamos un ritmo cansino y despreocupado por las obras públicas, tanto que hemos perdido décadas desde el advenimiento de la democracia en materia de modernización de las infraestructuras viales y de otro tipo en el país. Curiosamente, hasta existen grupos sindicales y políticos que se oponen a establecer asociaciones con el capital privado para emprender las obras que necesitamos. Increíble, pero nosotros mismos preferimos apostar por el empobrecimiento lastimero de nuestra gente, de nuestra República.
Pero por otro lado, todo este movimiento en los alrededores de Ñu Guasu debería dejarnos una lección, de que los paraguayos, incluidos ya gobierno, autoridades, profesionales viales y ciudadanos en general, podemos hacer las cosas si tenemos suficientes máquinas, suficientes ganas y un motivo, como es en este caso la visita papal.
Más allá de cualquier reflexión de tipo religioso, ya sea en contra o a favor, deberíamos hacer una reflexión ciudadana, despertar las conciencias y establecer ideas que puedan impulsar una mejor visión de lo que queremos como nación. Hay gente que ya lo está haciendo y sale adelante. En otros casos, seguimos culpando a las lluvias y a los truenos, a los raudales y a las nubes.
Ahí tenemos el ejemplo de la reparación de un puente sobre la calle Gondra, cerca de la Estación Central del Ferrocarril, que debía terminar a finales de diciembre, en un plazo de 75 días, y a la fecha ya lleva casi 180 días de atraso. Es decir, un lapso de tiempo por lejos mucho mayor que lo que necesitarían los trabajos en sí. ¿Por qué? ¿Faltan máquinas, especialistas u obreros? ¿Quizá tecnología, o ganas, o un motivo? Es más fácil culpar a la inclemencia del tiempo.
Y aunque también han caído las mismas lluvias en la zona de Aviadores del Chaco y Santa Teresa, ahí podríamos encontrar la otra cara de la moneda, distinta a la desidia de las obras públicas. Las cuatro torres del emprendimiento privado del World Trade Center están casi listas y se anunció recientemente que serán inauguradas en noviembre próximo. Esta obra comenzó en el 2012 e inicialmente su terminación estaba prevista para agosto de este año, pero se agregaron y se modificaron algunas cosas en el proyecto, y a pesar de todo eso solo sumó tres meses más, un mes por cada año invertido en la construcción, a un costo de 80 millones de dólares aproximadamente.
Es evidentemente que sí nos faltan más máquinas y operarios para las mismas, tanto en el sector privado como público (en estos días el MOPC está echando mano hasta a los móviles con los que transporta a sus funcionarios al interior). ¿Quién debe solucionar eso? ¿Podemos solucionarlo? ¿Queremos solucionarlo?
Es también evidente que nos faltan ganas, y ni qué decir motivos para trabajar por el país. Hoy trabajamos de día y de noche porque viene el Papa. Mañana, volveremos a dormir nuestra siesta de siempre. Ojalá que no. Dios no quiera.
jobenitez@abc.com.py