El último disparate de Trump

La crítica del aspirante presidencial republicano Donald Trump a su rival Jeb Bush por hablar español durante un acto de campaña en Miami la semana pasada fue –para usar una de las palabras favoritas de Trump– estúpida.

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De hecho, los políticos estadounidenses, y los estadounidenses en general, deberían hablar más –no menos– español. Y más mandarín, y más hindi, y más alemán y francés también. En un mundo globalizado, en el que el aislamiento conduce al atraso, los estadounidenses deberían estar aprendiendo a hablar más idiomas extranjeros.

Trump, cuyas diatribas contra los inmigrantes indocumentados mexicanos le han ayudado a ganar la atención nacional y convertirse en el favorito de la contienda republicana, dijo el 2 de septiembre que el exgobernador de Florida Jeb Bush “debería sentar un ejemplo hablando inglés mientras esté en los Estados Unidos”.

Bush, quien habla bien el español y cuya esposa nació y se crió en México, dijo poco después del cometario de Trump que seguirá hablando español cuando le dé la gana, y sugirió que la idea de Trump de que la gente solo hable inglés en Estados Unidos podría ser peligrosa.

“Llevando esto a un extremo, supongo, no habría más clases de francés en las escuelas públicas... ‘Alemán, no podemos tener eso. Solo se puede hablar Inglés’”, ironizó Bush, según lo citó la agencia de noticias Reuters. “El inglés es el idioma de nuestro país y las personas que vienen a este país necesitan aprender inglés. (Pero) eso no quiere decir que deban dejar de hablar su lengua materna”.

Como era de esperarse, la pelea de Trump versus Bush sobre el uso del inglés se convirtió rápidamente en un tema candente en las redes sociales.

Los partidarios de Trump dijeron que si los inmigrantes no hablan inglés, nunca lo van a aprender. Además, dijeron, la mayor parte del mundo ya habla inglés como segunda lengua, por lo que los estadounidenses no tendrían que perder el sueño por no hablar otros idiomas.

Los partidarios de Bush respondieron que los inmigrantes hispanos hablan cada vez más inglés. Según un estudio del 2013 del Pew Research Center, el 68 por ciento de todos los hispanos mayores de cinco años habla inglés fluidamente, mientras que el porcentaje era de un 59 por ciento hace 15 años.

Aunque muchos inmigrantes hispanos de mayor edad todavía pueden no hablar inglés de manera fluida, prácticamente todos los niños criados en los Estados Unidos hablan inglés. Casi 8 de cada 10 jóvenes hispanos menores de 18 años hablan ambos idiomas con fluidez, según la Oficina del Censo de Estados Unidos.

En cuanto a la afirmación del bando de Trump de que los estadounidenses no deberían preocuparse demasiado por hablar otras lenguas, ya que el inglés se ha convertido en el lenguaje número 1 en el mundo, los críticos respondieron que los países anglosajones ya no dominan la economía mundial como antes.

“La economía mundial se está desplazando hacia fuera del mundo de habla inglesa”, dice un informe del 26 de junio del 2012 del Consejo de Relaciones Exteriores, uno de los principales centros de estudios de Washington D.C. “Desde 1975, la proporción que habla inglés del PIB mundial ha caído significativamente, y continuará a cayendo”.

El informe agrega que se espera que la economía de China supere a la de Estados Unidos pronto –bajo algunos parámetros, eso ya está pasando– y que América Latina y el sur de Asia representan una porción cada vez mayor del comercio mundial.

“El crecimiento futuro de Estados Unidos dependerá cada vez más de la exportación de bienes y servicios estadounidenses a consumidores extranjeros que no hablan necesariamente inglés”, añade el informe. “Según un viejo proverbio, uno puede comprar en cualquier idioma, pero para vender hay que hablar el idioma del cliente”.

Mi opinión: Estados Unidos ya está en desventaja con otros países industrializados cuando se trata de hablar lenguas extranjeras. Las encuestas muestran que los estadounidenses hablan muchos menos idiomas extranjeros que los alemanes, suecos, daneses o los ciudadanos de otros países europeos.

Lo que es peor, la enseñanza de idiomas extranjeros –incluyendo el español– está cayendo en Estados Unidos.

Según un nuevo estudio de la Asociación de Lenguas Modernas, la matrícula en cursos de lenguas extranjeras en las universidades de Estados Unidos ha disminuido en un 6,7 por ciento desde el 2009, después de más de tres décadas de aumentar constantemente. La inscripción en cursos de español cayó un 8,2 por ciento (la primera caída desde 1958), dice el estudio.

Lo que dijo Trump es un disparate. Estados Unidos perderá competitividad en una economía cada vez más globalizada si su población no habla idiomas extranjeros. Si Trump quiere “reconstruir” a Estados Unidos, como suele decir, debería empezar cuanto antes a aprender español o algún otro idioma extranjero, y hablarlo cuando y donde le sea posible.

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