El tesoro paraguayo

En estos días en que todos hablaban del papa Francisco y su fantástica visita al país, así como las disputas en las previas de las internas de los diferentes partidos políticos, que se realizan en la fecha, con miras a las próximas municipalidades, han pasado casi desapercibidos algunos hechos que constituyen lo que podría considerarse como el más preciado tesoro paraguayo.

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Casi al mismo tiempo en que el máximo líder de la Iglesia Católica pisaba tierra paraguaya, se daba inicio a una de las tantas ediciones de la Expo de Mariano Roque Alonso. Allí, como es costumbre todos los años, se desarrolla la tradicional Rueda de Negocios, espacio que aglutina a empresarios extranjeros y paraguayos que intentan cerrar acuerdos comerciales. Llamó la atención la presencia de numerosos visitantes de países situados sobre el océano Pacífico, aquellos que tradicionalmente eran considerados como lejanos a nuestra realidad. Todos han coincidido en señalar que nuestro país atraviesa por un periodo económico en ascenso, pese al momento complicado que vive el “vecindario” (especialmente Argentina y Brasil).

El representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Paraguay, Eduardo Almeida, señalaba que los números macros que muestra el Paraguay son solventes y no se observa que de aquí a un futuro inmediato y ni siquiera a largo plazo, esta estabilidad económica pueda sufrir algún tipo de problema. La embajadora argentina acreditada en el país, Ana María Corradi, habló de una nutrida presencia de sus connacionales en la Expo, fruto del crecimiento y el momento positivo que se atraviesa en lo económico y social. Advertía que no es casual la presencia de unos 70 empresarios argentinos en la Expo Rueda.

Casi como contradiciendo estos testimonios, en los mismos días, referentes del Poder Ejecutivo expresaban su preocupación por la desaceleración de la economía local y planteaban flexibilizar la norma vigente que establece un tope al déficit en el que puede incurrir el Estado. Es uno de los principales indicadores macroeconómicos. La respuesta, tanto de los empresarios como de los economistas y de muchos ciudadanos, no se hizo esperar con un “NO” rotundo y el rechazo a cualquier intento de drenar el esfuerzo realizado. Para todos, ceder en esto revitalizaría la imagen de país poco serio que nos ganamos y que cuesta revertir, y abriría el grifo para el despilfarro estatal en plena etapa electoral.

La “estabilidad macroeconómica” no es otra cosa que tener los grandes números de la economía en orden. Estado en equilibrio, baja inflación, crecimiento de la economía, reservas suficientes, dólar estable, etc. Sin ella no se puede pensar en un futuro mejor. Allí están, la presidenta argentina lidiando en medio de críticas y dudas sobre el futuro de su país, y su colega del Brasil en su nivel más bajo de aceptación (solo 7% de la población la aprueba), al borde de un juicio político.

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La lección es que la estabilidad atrae capitales del extranjero y genera condiciones favorables para las empresas nacionales. La lucha a largo plazo contra la pobreza y la desigualdad pasa por la generación de empleos y esta tiene como condición previa la seguridad de que la economía se mantendrá sólida en el tiempo. Es plausible ver que sectores de la sociedad lo han entendido y están dispuestos a defenderlo. No hubiera caido en la cuenta si no hubiera sido por el colega Armando Rivarola que me lo apuntó días atrás en una conversación. Mantener lo macro es imprescindible, pelear por lo “micro” es el desafío, hasta que los beneficios lleguen de manera equitativa a todos.

rsosa@abc.com.py

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