El Paraguay que crece

Todo siempre parece ocurrir sincronizadamente pero sin la mente sincronizada en el Paraguay. A propósito, la palabra sincronizar equivale a combinar, concordar o coincidir y esta última expresión es la que más cuadra dentro de un cuadro relacionado y coherente.

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Las elecciones de cualquier índole en este país sirven y se aprovechan para que crezcan los decibeles e improperios con que se adornan a todas las postulantes y candidatos que quieran ocupar cargos desde técnicos de fútbol, reinas de cualquier fruta o vegetal a presidentes de la República. En la medida que se acercan las elecciones partidarias progresan y se hinchan el tirarse entre las carpas partidarias con dardos y arpones. Al término de las sanguinolentas internas crecen también los abrazos y las carpas suben y se levantan por un solo mástil como si los contrincantes no hayan sido tratados de facinerosos y badulaques. En la medida que el odio creció siempre después crece la aptitud superquerendona de los candidatos paraguayos.

La suba de los precios del gasoil también siempre es la progenitora de un montón más de subas. Sobre todo de los precios de la canasta familiar que hoy es comparable a esa canastilla casi imperceptible en donde unas pocas frutillas descansan en la espera de ser comercializadas. El pasaje es otro punto que siempre va en punta en el repunte de los precios. Siempre también tiene la incondicional adhesión de los carretilleros del Mercado 4 de la capital, movidos generalmente por el alcohol y sus efectos. En la lista de las cosas que suben no deben quedar omisos la carne, los panificados, las frutas, las verduras, los granos y la presión arterial.

Los ríos tampoco pueden quedar sin participar y sin ser protagonistas de la suba del agua y de más problemas para el país. Los pobladores de las zonas bajas también suben para dar formato a la profesión de damnificados a la gente instalada en las zonas ribereñas de todos los cauces hídricos del país. Las aguas del río Paraguay marcan el nivel de pobreza que se tiene en materia gris y en materia de ser previsores, de saber ubicar a la gente y que esa gente también sepa ubicarse sobre este globo terráqueo. Habría que estudiar seriamente la posibilidad de convertir a los bañados y zonas bajas de Asunción en zonas turísticas y que hagan alguna mínima competencia a la increíble Venecia. De algo debe servir la población ribereña y la suba de las aguas. También el desborde del dinero ocurre desde que pasa el agua por el lecho del río y por el techo de las casas.

La cadena de la joda también subió y sigue subiendo con los audios escuchados diariamente en la radioemisora de este diario para certificar el manejo de la justicia y el teje y maneje de la injusticia a cargo de fiscales y jueces podridos que fastidian y entregan lo fétido a la todavía noble ciudadanía existente en el Paraguay.

En la medida que crece el gasto de la ATC (Agrupación de Tarea Conjunta) que opera y espera milagros en el norte también crece su inacción e inutilidad. Es algo que crece y se desarrolla en el Paraguay: gasto e inseguridad.

Lo putrefacto también crece en las aduanas del país en relación y proporción directa con la salida de los maletine$ de los puestos fronterizos. También crece la incurabilidad en los hospitales, la falta de medicamentos y los indígenas callejeros. Los accidentes vehiculares no dejan de prosperar así como la violencia doméstica por parte de los brutos que aparentan estar domesticados. Crecen los “malos entendidos” que nadie cree pero también crecen los buenos entendidos y son los que hacen crecer la demanda de papel higiénico por la oferta de mierda que crece y nos tiran encima...

caio.scavone@abc.com.py

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