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Para el filósofo y físico Mario Bunge, en su obra Crisis y reconstrucción de la filosofía, la pseudociencia representa un peligro porque: hace pasar la especulación desenfrenada o los datos no controlados por resultados de investigaciones científicas; da una mala idea de la actitud científica; contamina algunas áreas de la ciencia, en particular de las ciencias “blandas”; es accesible a millones de personas; se ha convertido en un negocio multimillonario a costa de la credibilidad popular; posee el apoyo de poderosos grupos de presión y tiene la simpatía de los medios de comunicación masiva.
En algunos casos, creer que los extraterrestres están entre nosotros y nos utilizan para experimentos científicos desde hace varias décadas puede significar una creencia irracional menor y sin trascendencia. Hay otros, como la alquimia o la frenología, que incluso llegaron a desaparecer del mundo. Sin embargo, hay pseudociencias que tienen mucha vigencia y representan un peligro tanto para la salud como para la seguridad. Entre ellas se destaca la medicina alternativa, que es la postura pseudocientífica que asegura curar enfermedades sin la evidencia científica. En Paraguay, los que practican esta corriente son conocidos como “médicos ñana”.
Días atrás saltó una denuncia del Hospital del Quemado sobre un bebé de Alto Paraná que fue quemado con un preparado a base de betún para solucionar la papera, a recomendación de un médico ñana. El niño tuvo que entrar a terapia intensiva debido a la gravedad que presentaba. Lamentablemente, esta muestra de neglicencia es solo la punta del iceberg. El problema es mayor. Miles de paraguayos prefieren utilizar remedios caseros o recomendados por médicos naturalistas, que supuestamente ya curaron enfermedades a decenas de personas.
Por lo general, hay un “médico ñana” en cada barrio de Asunción y se multiplican en el interior del país, donde no hay hospitales públicos ni sanatorios privados. El charlatán o la charlatana, por lo general, no solo utiliza preparados a base de plantas medicinales, sino que, para que el efecto sea mayor, también ora por la persona enferma. Todo esto, luego de abonar una “ayuda” o “agradecimiento”, de manera monetaria. Actualmente, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social no cuenta con un registro de cuántos hospitales clandestinos tiene el país ni cuántos pseudocientíficos se autodenominan médicos y operan impunemente.
También hay centros de salud que ofrecen psicoanálisis, productos homeopáticos, tratamiento con acupuntura e imanes. Incluso hay gente que oferta plantas, verduras o frutas que podrían curar todas las enfermedades del planeta, sin que se tengan estudios rigurosos al respecto. Mientras el Paraguay está aplazado en materia de salud pública, las pseudociencias tienen muchos seguidores y cultivadores. El pensamiento mágico domina en un país que necesita más ciencia.
equintana@abc.com.py