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Entiendo que la sociedad paraguaya de todas las categorías se encuentra harta de aguantar cosas y situaciones que hace mucho tuvieron que haber desaparecido. La inseguridad es un estado de cosas que tiene al Estado a mal traer, pero que le lleva a sitios de republiqueta.
El mal funcionamiento de muchas instituciones públicas es pan diario que le hace faltar el pan al público. Las gobernaciones y municipios hicieron vito de la plata entregada a través de los royalties y el Fonacide. La joda es que el vito se hizo entre cuatro paredes y sin presencia del voto público. Y entre el vito, el voto y el veto la joda sigue añejándose como un buen tinto de mesa. Del hartazgo ni hablemos.
El problema de la tenencia de la tierra en este país también viene sazonándose desde el año 1880. Ya son 136 años que este país no tiene una cuadrícula de sus tierras pero, eso sí, dueños no faltan y entre el IRA (Instituto de Reforma Agraria), el IBR (Instituto de Bienestar Rural) y el Indert (Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra) aparecen varios dueños de cualquier pedacito de tierra paraguaya. Pero sirve para hartar el apetito político-partidario de algunos chantajistas y de algunos miembros satánicos del clero paraguayo. La tierra es de quien paga y la trabaja.
El país está harto de los malos parlamentarios que solo abren la boca para deglutir bocaditos y bostezar sin olvidar que la mayoría levanta los brazos para certificar y legitimar todo lo feo y lo malo que le hace y debe hacerse a este empachado Paraguay.
El hartazgo también le llega a la gente que debe utilizar a los profesionales mediocres que eclosionan desde los garajes que ofician de universidades. Las universidades creadas con el tinte de nacionales en varios puntos del país solo sirven para generar dinero a unos pocos y concebir muchos incapaces egresados para la sociedad y la suciedad que le adorna a la educación paraguaya.
La salud, la educación y la agricultura, instancias que hacen al desarrollo de un país como el nuestro, están al borde del hartazgo por la deficiencia que demuestran. Hospitales sucios y sin cobertura como y para la gente, educadores que no superan pruebas elementales y agricultores pobres y sin asistencia técnica marcan el hartazgo que se tiene.
En un país, con sendas hidroeléctricas la falta de electricidad es un constante reclamo ciudadano y, como llueve mucho, el déficit de agua es un inmutable plagueo de la gente. El caso de mi ciudad y del agua ya pasa la cota del hartazgo, pero nos acostumbramos al cambio de vida y nos bañamos al mediodía, a la madrugada se lava la ropa y tomamos tereré a medianoche.
Si hay otra cosa que nos tiene hasta el cogote es la basura que facilita la ciudadanía puerca de este país. El combo mugriento de este país está conformado por los inconscientes que tiran o queman la basura domiciliaria y el alto costo del recolector municipal y, si existe, tampoco llega a todos los barrios de cualquier ciudad.
Al variado e incompleto hartazgo criollo le agrego el rekutu que buscan algunos expresidentes y el actual. Con lo harto que está el país, les sugiero el ejemplo de Wasmosy y de Lucho que, con tan malos gobiernos, prefirieron quedarse en sus casas...
caio.scavone@abc.com.py