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El representante máximo de la Ilustración alemana, Immanuel Kant, tenía una visión esperanzadora y motivadora hacia el futuro. Suponía que existiría un gobierno mundial, del que luego también habló el científico Albert Einstein, que actuaría como juez y resolvería los desacuerdos entre las naciones. La “paz perpetua” sería un hecho. “El hombre se desprende de su inmadurez causada por él mismo”, había manifestado el filósofo prusiano sobre la Ilustración. Esta aseveración, puesta en tela de juicio por los grandes genocidios, persecuciones, limpiezas étnicas y guerras mundiales del siglo XX, y aun en nuestra era, también se puede discutir en vista a la última medida del Instituto de Previsión Social.
El IPS, caracterizado por ser el principal hospital del país, anunció que ya ofrece tratamiento de acupuntura a sus pacientes para tratar el dolor. Este método no convencional es directamente una pseudociencia y, por lo tanto, no aprobada por la única medicina existente, la científica. El Centro de Medicina Física y de Rehabilitación del IPS asiste a los enfermos con esta “milenaria práctica” oriental, que no supone en realidad beneficios a largo plazo, más allá del placebo. Para que una medicina o tratamiento sea aplicado a una enfermedad debe existir evidencia de la efectividad. En ciencia primero se debe comprobar una hipótesis de una idea a veces ordenada, a veces vaga, a través de un método riguroso, que luego debe ser replicado. Muchas veces este sistema falla, pero se corrige a sí mismo. En cambio, en la pseudociencia esto no existe. Allí priman las ideas sobre experiencias personales, confianza en la mal denominada “medicina alternativa”, fe y un desconocimiento de la medicina del siglo XXI. Aunque también merodean los charlatanes y embaucadores que apuntan a enriquecerse a costa de la ignorancia de la sociedad.
En “El mundo y sus demonios” el brillante astrónomo y divulgador Carl Sagan había asegurado: “La pseudociencia colma necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas. Proporciona fantasías sobre poderes personales que nos faltan y anhelamos (como los que se atribuyen a los superhéroes de los cómics hoy en día, y anteriormente a los dioses). En algunas de sus manifestaciones ofrece una satisfacción del hambre espiritual, la curación de las enfermedades, la promesa de que la muerte no es el fin”. En este caso la acupuntura se mostraría como un puente de aire que uniría dos estrechos inexistentes de un río invisible: es decir, es inservible.
Kant hoy no visitaría el IPS, por temor a salir más enfermo. No solo por la falta de buena atención a sus pacientes, por la prepotencia de algunos de sus enfermeros o médicos, sino por el desconocimiento mismo de la medicina. El directorio del mayor hospital del país debería revertir esta situación; en primer lugar, tendría que elaborar un informe acerca de qué tanto ha penetrado la pseudomedicina en el instituto y qué tan formados están los encargados de diseñar los planes de salud de los asegurados, para luego barrer el hospital de las últimas sombras que se niegan a desprenderse de su inmadurez.
equintana@abc.com.py