El complejo arte de gobernar un país

A dos semanas de concluidas las elecciones generales los números consolidados ratifican que el Partido Colorado sigue con las fuerzas intactas. Incluso podría estar en mejores condiciones que años anteriores. No solo ganó la presidencia de la República y ratificó las mayorías en las Cámaras, sino que además por primera vez, desde su creación hace 26 años, se quedó con la estratégica Gobernación del Departamento Central. Un territorio que representa el 27% del total del electorado del país.

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Quedó confirmado además que el bipartidismo se mantiene firme y que la izquierda muestra un retroceso en el tercer sector donde había logrado hacer pie en los últimos años.

Fernando Lugo sigue siendo un caudillo que suma adherentes sin construir una maquinaria política, lo que se traduce en la concentración del voto en la lista de senadores que encabeza pero sin que ello se extienda al territorio. Esa desconexión permitió que sectores más próximos al centro y a la derecha, como son Patria Querida y Encuentro Nacional, vuelvan a tener representación en el Congreso.

Definidas las representaciones, se inicia el espinoso proceso de construir poder real. Esos sinuosos caminos donde finalmente se terminará definiendo la capacidad del Gobierno para generar cambios reales.

Los primeros gestos del presidente electo confirman que la tecnocracia del Gobierno del presidente Horacio Cartes está en retroceso. Los dos primeros ministros confirmados son puramente políticos. El futuro canciller es un dirigente partidario que supo hacer su propio camino algunas veces encabezando un movimiento y otras apoyando iniciativas de sectores consolidados.

El designado ministro del Interior es un político con una carrera partidaria mucho más extensa, marcada en varios tramos por cuestiones poco claras. Quizás por eso no dejó de llamar la atención que el anuncio de su cargo haya estado anticipado por un oportuno falló favorable de la Corte Suprema de Justicia que deja a sus clientes en una situación procesal ventajosa en el polémico caso de la compra irregular de helicópteros para la Policía durante la presidencia de Fernando Lugo.

La situación siembra las primeras dudas sobre el Gobierno que empezará a administrar el país desde el próximo 15 de agosto. Todavía habrá que esperar a ver cómo se resuelven este y otros temas más complejos para entender qué caminos elegirá.

Aún más compleja es la cuestión interna en el Partido Colorado. Cuando todavía resuenan los discursos de unidad que llevaron a ganar las elecciones, las fricciones movimentistas empezaron a hacer crujir el futuro de la gestión de Gobierno. El fuerte cruce que tuvieron en la semana los senadores electos Juan Carlos Galaverna y Javier Zacarías anuncia que la relación interna será todo, menos pacífica.

Como les ocurrió a todos los presidentes colorados, los más férreos opositores al Gobierno serán los propios colorados. Basta recordar lo ultimo. Cartes presidente colorado con mayoría propia en la Cámara de Diputados y mayoría relativa en la Cámara de Senadores, tendría que haber gobernado con un fuerte respaldo. Sin embargo, tuvo serios problemas para mantener la gobernabilidad después del primer año. La mayoría en las dos Cámaras se diluyó en las disputas internas.

Mario Abdo Benítez fue electo presidente un poco por su capacidad de cerrar acuerdos, otro poco por la coyuntura y otro poco por la incapacidad política de la administración saliente. Llega a la presidencia en similares condiciones políticas que Cartes. No tiene un equipo propio que le permita tomar realmente las riendas del poder, necesariamente estará apoyado en los aliados electorales, los antiguos dirigentes colorados llenos de mañas que le permitieron llegar y que reclamarán espacios en la administración del poder.

ogomez@abc.com.py

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