El arte de fusilar

A lo largo de nuestra existencia como especie inteligente, los humanos inventamos diversas maneras de privar de la vida a los condenados. La decapitación, la incineración, el ahogamiento, el envenenamiento, el descuartizamiento, flechar, alanzar, despeñar, aplastar el cráneo y más. Es lógico pues que, en su momento, la invención de la guillotina haya sido aplaudida como un triunfo del humanismo sobre la barbarie.

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Se suele recordar una anécdota del general Ramón María de Narváez, presidente del gobierno bajo el reinado de Isabel II, quien en su lecho de muerte recibió la visita de un confesor, que le inquirió: “¿Perdonas a tus enemigos?”. A lo que respondió “el espadón de Loja” –como era conocido el general– negando con la cabeza. “Es imprescindible que perdones a tus enemigos”, insistió el sacerdote. Entonces, haciendo un esfuerzo, el interpelado expresó: “Es que ya no tengo enemigos, padre. Los he fusilado a todos”.

Pocos años antes, el Dr. Francia hubiera podido decir lo mismo, si es que se hubiese confesado. El Supremo sentía gran aprecio por el método del fusilamiento, aunque se cuenta que para tal no empleaba más de dos soldados, ahorrando en mano de obra e insumos. Además de los otros casos conocidos, se recuerda que hizo ejecutar a su paje, el negrito Pilar, de 14 años, por insolentarse. Al prócer Mauricio José Troche lo hizo matar después de tenerlo 17 años engrillado en prisión.

Otro fusilado, después de 17 años de tormentos, cepos y grillos, fue Juan José Machaín. Se cuenta que el dictador lo tuvo preso exactamente el mismo lapso que duró su matrimonio con Petrona de Zavala, la joven que Francia había pretendido, años atrás, y que le rechazara. Se dice también que el último hijo que tuvo Machaín no llegó a conocer a su padre ni este a aquél, porque el encarcelamiento fue anterior al nacimiento y Francia jamás permitió que se reunieran padre e hijo. Enterado Machaín de que lo iban a fusilar, como deseo postrer pidió a su verdugo que su hijo, de 17 años, pudiera conocerlo siquiera después de muerto. Enterado de ello, el dictador ordenó que le dispararan al rostro. Este relato no tiene referencia documental, por supuesto, pertenece al acervo histórico de la tradición oral.

Hace un año, una noticia de prensa recorrió el mundo provocando sorpresa a algunos, risas u horror a otros. El ministro de Defensa de Corea del Norte, Hyon Yong-chol, de 66 años de edad, había sido acusado de alta traición y ejecutado, por haberse quedado dormido durante un solemne desfile militar. Lo novedoso fue que el ministro general no fue fusilado sino cañoneado, literalmente hablando, por orden del Líder Supremo de la República Popular de Corea, Primer Secretario del Partido de los Trabajadores, Presidente de la Comisión Nacional de Defensa y Comandante Supremo del Ejército Popular, el mariscal Kim Jong-un, de 32 años de edad, hijo de Kim Jong-il y nieto de Kim Il-sung, gobernante, este último, que en su momento ostentó ser el dictador más longevo del mundo, rigiendo omnímodamente durante 46 años, siendo solo superado, años después, por Fidel Castro.

El cañoneamiento se cumplió en un campo militar en las afueras de la capital, con la asistencia de un centenar de invitados. No trascendió el calibre del arma empleada, mas, sabiendo que las comunes son de 20 o de 40 mm, debemos suponer que, en atención al rango de general de tres estrellas del reo, se habrá empleado el mayor de ellos. Se presume que de Hyon Yong-chol no quedó ni la gorra, para ser entregada a su familia. Aunque, si se usó el cañón de 20 mm, expertos castrenses aseguran que la gorra pudo haberse salvado.

También hay ejecuciones figuradas. Alguien lúcido inventó la expresión “fusilamiento mediático”, para sintetizar lo que medios de prensa, ocasionalmente, hacen con ciertas personas. Ahora, después de lo acontecido con la exministra Marta Lafuente, puesta contra el paredón por legisladores, sindicalistas, seccionaleros, estudiantes y subalternos desleales, quizás ya podría comenzarse a hablar de “fusilamiento político”. Tengámoslo en cuenta, pues, sin duda, este es un arte en desarrollo.

glaterza@abc.com.py

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