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Antes de las internas coloradas era un dato resaltado en la batería de informaciones que manejaba la oposición. Asumían que el resultado de esos comicios terminaría acomodando situaciones, que la interna acabaría mal para los colorados y que la división era inminente. Asumían que todo eso daría un decisivo empuje a la candidatura presidencial.
Nada de eso ocurrió y ahora el dato pasó a convertirse en una situación explosiva para la oposición. Faltando menos de sesenta días para las elecciones todas las encuestas coinciden en que la intención de voto del candidato presidencial de la ANR está entre 27 y 34 por ciento arriba de los candidatos de la oposición. Remontar esa diferencia en lo que queda de campaña es complejo. No hay margen.
Los datos que se hicieron públicos terminaron por desnudar las diferencias políticas que componen la oposición. Dentro del mismo PLRA no son pocos los candidatos al Congreso que sostienen que es momento de trabajar por los equipos internos y los grupos regionales para asegurar espacios políticos más allá de los resultados de las elecciones generales. Sumar candidatos propios significará tener más fuerza a la hora de negociar.
En los demás grupos que integran el frente opositor cada uno maneja la idea de trabajar por sus candidatos y soltar el voto presidencial. Confían en que evitando la presión del voto unificado habrá más posibilidades de sumar a la lista.
En el Frente Guasu esto está más acentuado. La candidatura presidencial encabezada por un liberal nunca cayó muy bien, pero se aceptó porque era el camino para evitar atomizaciones. Ahora con los números de las encuestas no hay motivos para esconder lealtades. La candidatura presidencial quedó relegada a segundo plano y prácticamente todo se centra en sumar votos para la lista de candidatos al Senado. Fortalecer la base política en el Congreso es esencial para el futuro.
Este desbarajuste en la oposición era hasta cierto punto previsible. Desde el momento que los liberales no encontraron un camino común para resolver sus diferencias empezaron a andar un pantanoso sendero. Los responsables de la conducción partidaria no quisieron tener en cuenta esa situación. Optaron por avanzar minimizando conflictos futuros. Ahora la situación empezó a desbordar y todavía se complicará más a medida que se acerquen las elecciones. Es tarde para buscar diálogos que antes fueron rechazados.
Las consecuencias de los resultados electorales de abril impactarán de lleno sobre todo en el PLRA. Obligarán a una reconfiguración profunda que podría terminar arrastrando a gran parte de los que actualmente están en la dirigencia.
Los demás grupos que completan el frente opositor están expectantes para ver qué puede suceder en el reparto de la fuerza electoral. El Frente Guasu abriga la esperanza de seguir consolidando su fuerza política para ser una opción de poder en el corto plazo. Eso le dará la posibilidad de establecer las reglas de juego e imponer candidaturas. Los partidos menores ven en esta crisis liberal el espacio para seguir creciendo de cara a su futuro político.
En este contexto las elecciones de abril no solo terminarán definiendo quién será el próximo presidente de la República, además alumbrará el camino para entender cómo se desarrollará el juego político en los próximos años y qué papel desempeñará el PLRA.
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