Cambios coyunturales y horizonte tormentoso

El sorpresivo distanciamiento del llanismo con sus aliados colorados y la cada vez más evidente presencia del vicepresidente de la República detrás de algunas movidas vinculadas al Parlamento son los datos políticos relevantes de los últimos días.

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La caída del excontralor Enrique García, pese a las señales previas que dieron los colorados de que le soltarían la mano, cayó como una bomba y molestó a la bancada “A” del PLRA, en particular a alguno de sus integrantes con vínculos (léase cargos) muy arraigados en esa institución.

García terminó convertido en una suerte de tiro al blanco al que inclusive algunos se peleaban por disparar. El cartismo se despegó primero para dar la impresión de que el oficialismo era dubitativo cuando, en realidad, la suerte del contralor ya se había sellado mucho antes.

Los llanistas se apresuraron a presentar la renuncia del excontralor, para evitar al menos una votación que los hubiera dejado absolutamente solos y pegados al cuestionado funcionario.

La aparente caída en desgracia de los llanistas posiblemente se prolongará en el Ministerio de la Defensa Pública. Todo indica que su candidata, que no es justamente la de mejor puntaje, quedará a un lado.

Este estado de cosas también repercutirá en la sustitución temporal del senador Paraguayo Cubas. Hace menos de 15 días, todo apuntaba a que el suplente colorado cartista asumiría la vacancia transitoria del senador de Cruzada Nacional, con el voto colorado y la abstención o “casual” ausencia de algunos referentes de la oposición.

Sin embargo, ahora lo más seguro es que el suplente liberal efrainista Eusebio Ramón Ayala, a quien de hecho respalda el texto constitucional, asuma el cargo.

El presidente Abdo Benítez mantiene un discurso a favor de la institucionalidad, que no condice con lo expresado en la Junta de Gobierno por Mauricio Espínola, secretario adjunto de la presidencia, autorizando a los seccionaleros a “patear” las puertas de los ministerios, en un discurso que recuerda a lo más rancio y retrógado de las costumbres coloradas.

El mandatario no desautorizó públicamente estas expresiones por creer, tal vez, que no lo salpican, como creía Cartes en su momento que no lo afectaban las acciones de algunos “notables”, como Luis Canillas o Gustavo Pipo Alfonso.

Abdo Benítez también optó en estos días por “jugarse” en las elecciones a intendente de Ciudad del Este a favor del candidato de su movimiento, en una iniciativa que tiene muchos riesgos, aún si sale bien y logra que Cabañas triunfe. Según como salga, podría ser una derrota rimbombante o una victoria pírrica, en una ciudad donde el mandatario siempre tuvo inconvenientes políticos.

La omnipresencia del vicepresidente Hugo Velázquez en el escenario político no es un dato menor. Su imagen de “articulador” (o titiritero) de las movidas que se dan en el Congreso (especialmente en la Cámara de Diputados) está en parte vinculada con la única labor efectiva que le establece la Constitución. En los seis meses de esta administración, se puede afirmar que ningún vicepresidente antes que él tuvo tanta influencia en las decisiones de las cámaras legislativas.

Comentan que su “muñeca” tuvo que ver con la reciente decisión de los diputados de retirar la acusación contra el ministro de la Corte César Garay y la desestimación de su juicio político.

Hasta ahora, el vicepresidente actúa en consonancia con el Ejecutivo y demuestra eficiencia. Justamente, esa eficacia lo puede convertir en un factor clave a medida que avance la nave y deba sortear, como los ocurrió a todos los anteriores mandatarios, tormentas, arrecifes, cantos de sirenas y otras metáforas de las dificultades políticas que se avecinan.

mcaceres@abc.com.py

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