Si bien fue Patricio Aylwin quien inició el proceso de apertura comercial chilena al restablecerse la democracia, fue Eduardo Frei quien puso en práctica y consolidó el modelo conocido como de “regionalismo abierto”, caracterizado por amplios acuerdos bilaterales de libre comercio con numerosos países y bloques de todo el mundo.
La estrategia resultó tan exitosa que ha sido seguida por todos los gobiernos siguientes, independientemente del signo político, y hoy día el 60% del Producto Interno Bruto chileno deriva de una manera u otra de su activo comercio exterior.
Frei brindó una ponencia en el “Tercer Foro de Think Tanks de América Latina y la República Popular China”, realizado en Beijing la semana pasada, en la cual sostuvo que el único proceso viable y conveniente de integración en este momento en América Latina es la Alianza del Pacífico, implícitamente sentenciando al Mercosur. Le pedimos una entrevista para ahondar en ese punto.
–Usted dice que la Alianza del Pacífico es el único proceso de integración viable en nuestra región. ¿Y el Mercosur?
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–A mi juicio el Mercosur es otro proyecto fracasado, que no ha funcionado en América Latina, como el Pacto Andino, que inició el presidente Frei (Eduardo Frei Montalva, su padre, Presidente de Chile en 1964-1970) en los años sesenta y ahí quedó. Lo que dije de la Alianza del Pacífico fue porque en solo cinco años hemos avanzado más que todos los otros juntos.
–¿Y por qué, cree usted?
–Muy simple. Porque el Mercosur ha sido un proyecto ultraproteccionista. Las economías de Argentina y Brasil en los años pasados estaban calificadas como las que ponían más trabas al comercio internacional. Trabas de todo tipo. Trabas no arancelarias, barreras burocráticas.
–A su criterio, ¿qué debería hacer Paraguay?
–Debería negociar bilateralmente sus acuerdos comerciales y acercarse a la Alianza del Pacífico, como lo ha hecho Uruguay, que acaba de firmar con Chile, porque se da cuenta de que, siendo con Paraguay los más pequeños del bloque, están perdiendo oportunidades si se mantienen atados al Mercosur.
–Brasil y Argentina insisten en que se negocie en el marco del Mercosur.
–Mire, durante mi gobierno nosotros queríamos un acuerdo con la Unión Europea y nos dijeron que teníamos que negociarlo dentro del Mercosur. Fuimos allá y les explicamos que no nos oponíamos a la negociación en el Mercosur, pero que nosotros queríamos algo más rápido y aquello iba a tardar años y años. Finalmente accedieron, yo firmé con la Unión Europea en Florencia en 1997 y el acuerdo empezó a funcionar en 2001. Han pasado casi veinte años y el Mercosur todavía no tiene un acuerdo con la Unión Europea y ningún país de ninguno de los dos bloques tienen acuerdos entre sí.
–En el Mercosur se habla de acercarse a la Alianza del Pacífico, pero de bloque a bloque.
–Está bien, pero el punto es a qué velocidad. ¿Lo vamos a hacer a la velocidad de la Alianza del Pacífico o a la velocidad del Mercosur? Porque si lo hacemos a la velocidad del Mercosur no vamos a hacer nada, nos vamos a paralizar indefinidamente.
–Y en el mundo de hoy no hay tiempo que perder.
–Exactamente. La dinámica del mundo actualmente es tal que no avanzar rápido implica, no solamente quedarse atrás, sino retroceder.
–¿Qué hay que hacer para no quedarse atrás?
–Lo que ha hecho Chile y está haciendo la Alianza del Pacífico es buscar y lograr acuerdos abiertos, sin mucha burocracia, que faciliten mucho el intercambio, no solo comercial, también académico, cultural. Los habitantes de la Alianza del Pacífico pueden ir a vivir o trabajar en cualquiera de los países sin ningún problema. También en el área de inversiones. A partir de mayo de este año, el 92% de los productos pueden circular en el bloque sin ningún tipo de traba.
–En el Mercosur nominalmente también, pero en la práctica...
–La clave está en la real apertura que uno tenga. Por eso es que la Alianza del Pacífico ha avanzado tanto en tan poco tiempo, y por eso, aquí en Asia, por ejemplo, nos ven como un bloque de gran potencial, mientras que al Mercosur lo ven como un acuerdo lleno de trabas, complicaciones, problemas. La Alianza del Pacífico se maneja con lo que nosotros en su momento definimos en Chile como “regionalismo abierto”.
–Regionalismo abierto, pero regionalismo al fin. ¿Aún cree en la integración?
–La integración sigue siendo fundamental. Nosotros no podemos competir en el mundo si no estamos integrados. ¿Qué yo voy a venir a proponerle a China, un país de 1.300 millones de habitantes, desde Chile, con 18 millones? En cambio, si vengo con la Alianza del Pacífico, con 220 millones, es otra cosa. Eso no significa que no haya que buscar también acuerdos bilaterales. Nosotros firmamos con China, con Japón, con Corea del Sur, con Estados Unidos, con muchísimos países. Ya en 1994 nosotros pedimos ingresar al NAFTA que se estaba negociando en esa época. Y lo último ha sido la firma del TPP (Transpacífico de Asociación Económica), que es un acuerdo de última generación, que incluye patentes, comercio electrónico, todo lo que se maneja en el mundo moderno.
–Muchos le temen a los acuerdos comerciales, creen que los grandes se pueden devorar a los chicos.
–Es todo lo contrario, son los pequeños los que necesitan los acuerdos, no los grandes. Los tratados tienden a proteger a los más pequeños, porque los productos llegan igual, de cualquier manera, en todas partes. Recorra usted las ciudades de América Latina y las verá inundadas de productos asiáticos. Entonces con los acuerdos uno puede negociar ciertas reglas y, sobre todo, acceso a mercados para nuestros productos también.
–Pareciera que todo el énfasis está puesto en Asia en general, y en China en particular. ¿Y el resto del mundo?
–Lo que pasa es que, al menos hoy día, no sé en el futuro, si nosotros lo que queremos son más inversiones, más mercados y más acceso a la tecnología, ¿dónde los vamos a ir a buscar? Hoy es aquí, en Asia. Chile ha tenido una política muy activa con Asia que resultó correcta. Actualmente, el 50% de todo el comercio exterior de Chile está en Asia, y excluyo el Pacífico porque ahí entraría Estados Unidos y Canadá. Solo Asia, 17 países. Y China es nuestro principal socio comercial.
–Usted ha sido un testigo cercano y directo de la transformación de este país, me imagino, ¿qué es lo que más le ha impactado?
–Con esta he estado quince veces en China, mi primera visita fue como Presidente en el año 94, la hemos visto cambiar brutalmente. Lo que a mí más me impresionó fue cómo consiguieron plasmar un proyecto social tan rápidamente. En el año 2000 todavía el 70% de la población vivía en zonas rurales con una agricultura de subsistencia, y el plan era pasar 300 millones a ciudades, con todo lo que eso significa en infraestructura, vivienda, servicios, empleo, educación, salud para toda esa gente. Hoy en día ya el 55% de la población está en zonas urbanas, con el surgimiento de una extensa clase media, y quieren llegar al 70% en 2025.
–¿Es compatible eso con su sistema político?
–Ese es un gran debate. Nosotros somos partidarios de la democracia representativa, aunque los sistemas políticos internos de los países no tienen que ser un factor en las relaciones comerciales, exceptuando, desde luego, ciertos valores fundamentales. Pero lo que no se puede negar es que este país de 1.350 millones de habitantes ha sido capaz de desarrollar políticas de mediano y largo plazo con un orden y una disciplina admirables, y eso, indudablemente, tiene mucho que ver con su progreso. En contrapartida, en Occidente el sistema político está puesto en duda en todas partes. Hoy mismo hay una elección (la de Estados Unidos) que a lo mejor nos hace cambiar a todos el discurso.
–No le voy a preguntar sobre eso porque, justamente, no puedo enviar mails (están bloqueados). Para cuando pueda publicar esta entrevista, ya habrá un resultado.
–(Se ríe).
–Más allá de eso, evidentemente lo que ha logrado China es impresionante.
–Sigue habiendo un gran desconocimiento sobre China. Se hablan muchas superficialidades. Por ejemplo, ahora se dice que China ha abandonado su política de comercio exterior en favor de una política de consumo interno.
–Es el énfasis.
–Es el énfasis. No es que van a dejar de importar y exportar. Lo que pasa es que a esas 300 millones de personas que se han incorporado a las ciudades y a las capas medias hay que darles de comer, hay que vestirlos, hay que darles salud, educación, empleo. Crear las condiciones para eso, no todo lo hace el Estado. Y cambian los hábitos de consumo. Hace 25 años aquí todo el mundo andaba en bicicleta, las calles eran oscuras. Hoy eso ha cambiado completamente, y no solo en Beijing, en muchas otras ciudades. Y usted ve chinos en todas partes del mundo. Es extraordinario el desarrollo que han alcanzado.
–¿Será la primera potencia?
–Antes se decía que estaría entre las primeras en 2050. Ahora se dice que en 2025 alcanzará a Estados Unidos en volumen económico.
arivarola@abc.com.py