Víctor: un reciclador que sueña con ser profesional universitario

Es un poblador de 49 años que hace dos años perdió su puesto laboral y, a pesar de que tocó varias puertas, no pudo acceder a un nuevo empleo estable. Por ello, recorre las calles de la ciudad capital en horas de la madrugada, juntando latas y otros tipos de materiales, que luego de ser seleccionados son vendidos a una recicladora. Quiere estudiar y ser periodista.

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Pero como no hay mal que por bien no venga, un hombre que avanza lentamente empujando una carretilla recoge los recipientes que hacía minutos contenían espumante cerveza y los coloca con enorme paciencia en una enorme bolsa de arpillera.

Nos acercamos al trabajador, que para muchos pasa desapercibo en el paisaje capitalino, e indagamos sobre su vida pasada y actual.

Con voz calmada nos dijo que se llama Víctor Palacios, que tiene 49 años y es vecino del barrio San Pablo de Asunción. Luego, prácticamente encaminó el resto de la conversación.

Comentó que perdió hace dos años su trabajo y que desde entonces no pudo conseguir otro, a pesar de que llevó su currículum a innumerables empresas.

“Le vamos a llamar señor”, le dijeron todas las veces, pero nunca su teléfono celular sonó, señaló con voz un apenada. “Eso me llevó al reciclaje callejero, salgo poco antes de la medianoche a recorrer las calles y vuelvo a casa a las 7 de la mañana”, indicó.

Agregó que con el dinero obtenido por esta actividad ayuda a su familia. “Peor es estar sin hacer nada, pensando en cosas malas como robar o drogarme como hacen otros desocupados”, acotó, mientras acomodaba su viejo y desteñido quepis.

El hombre reflexionó que con lo que ganaba compraba al menos galletas para su mamá, doña Ana, y ayudaba a pagar otras cuentas que hay en su hogar.

Sueño y esperanza

Víctor reveló lo que quería hacer en la vida: “Tengo bachillerato concluido y siempre soñé con ser periodista. Tengo muchos excompañeros de colegio que hoy trabajan en la televisión y en dos diarios de nuestra capital”.

Expresó que no pudo pisar una universidad cuando era más joven porque “estudiar es caro” y que tanto a él como a su familia la fortuna jamás les sonrió.

El hombre, a pesar de estar en peor situación que cuando acababa de recibir su título de bachiller, asegura que no pierde la esperanza de llegar a ser un buen periodista. “Solo necesito un trabajo estable, una oportunidad en esta vida, reflexionó, al mismo tiempo que miraba el vehículo de este medio, y quizás, imaginaba sentado dentro del mismo.

“Mis conocidos me dicen que ya estoy viejo para entrar a la facultad, pero eso a mí no me importa ya que nunca es tarde para aprender cosas nuevas”, y además, “soñar no cuesta nada”, agregó. Refirió que “ojalá alguna vez mi suerte cambie en esta vida, pero por ahora voy a seguir juntando las cosas que otros tiran a la calle”.

Víctor Palacios es soltero, no tiene hijos, cuenta con experiencia en venta de artículos sanitarios, ya que según dice, trabajó por varios años en una empresa dedicada a ese rubro. Se considera fanático del Club Cerro Porteño, “en las buenas y en las malas”. Es dueño de una colección de recortes de diarios de distintas épocas, en los que hay artículos acerca del “Ciclón”. Por el momento vive en su casa del barrio San Pablo con su madre, Ana Cáceres, de 65 años, y sus cuatro hermanos menores. Comentó que alguna vez, cuando su situación mejore, espera conocer a una mujer buena para formar una familia.

Su situación familiar no es buena, afirma

Víctor Palacios no está pasando por un buen momento, pero no pierde la esperanza de salir adelante.

Con cierta preocupación manifestó que sus hermanos, de 46 y 47 años, pasan por momentos de depresión y que su madre, de 65 años, no se encuentra bien de salud.

“Tengo un hermano que trabaja y otro que está estudiando. Me urge encontrar un buen empleo, que se me ha estado mostrando esquivo desde hace más de dos años”, exclamó.

Recordó que había ayudado a un político liberal en su campaña, en los primeros meses del año, y que una vez le pidió recomendarle con algún amigo suyo como para que le dé “alguna changuita”, o si podía conseguirle algún trabajo, y que obtuvo como respuesta que por el momento el movimiento no tenía dinero para contratar a nadie.

El protagonista de esta historia refiere que si alguien quiere tenerlo como empleado, espera su llamado al teléfono celular 0984 476839. “Si me llaman no se van a arrepentir”, manifestó.

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