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El decanato de Veterinaria está incurriendo en una falta grave, violando el Presupuesto que declaró y que se le aprobó en el Congreso Nacional.
Al ente le destinaron rubros para contratar docentes. Sin embargo, es impensable que una persona que realiza trabajos de portería o de chofer ingrese a las aulas a enseñar sobre veterinaria.
La decana dijo a ABC Color: “Es una práctica muy común, no solo en la Facultad de Veterinaria, sino en toda la UNA, tener funcionarios administrativos con rubros de docente porque el Ministerio de Hacienda no libera fondos que no sean para docentes”.
Pueden ser imputados
Estos funcionarios incluso se exponen, según el Código Penal, a ser denunciados ante el Ministerio Público por cobro indebido de honorarios.
La Ley 1160/97 en su artículo 313 reza: “Cualquier funcionario público, o un abogado u otro auxiliar de justicia que, a sabiendas, cobrara en su provecho honorarios u otras remuneraciones no debidas, será castigado con pena privativa de libertad de hasta dos años o con multa. En estos casos, será castigada también la tentativa”.
Se reparten rubros
La decana mantiene intocable al clan Bobadilla, que goza de privilegios en la Facultad, con la excusa de ocupar “cargos de confianza”.
Clotildo Bobadilla, quien ya está jubilado (2016), antes de retirarse colocó a tres de sus hijos, su exesposa y a la actual pareja de su ex, engrosando la planilla de sueldos de Veterinaria. El clan Bobadilla se alza con G. 25 millones al mes.
Nelly Flor Pérez, secretaria privada de la decana con rubro docente, y su hermano Vidal Flor Pérez, director administrativo, se embolsillan G. 13 millones.