Tajy amarillo adelanta la primavera

El mes de setiembre llegó con su carga de intenso colorido que expande sobre varios puntos de la Capital. Los lapachos amarillos, como en un presagio primaveral, estallaron en flor en espacios públicos, patios y jardines. Despiertan admiración y embellecen el paisaje.

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Aunque de muy efímera duración –de cinco días, como máximo– el tajy say’ju ornamenta con todo el esplendor de la naturaleza el paisaje urbano asunceno.

La especie en floración es Handroanthus pulcherrimus, cuyas características tienen que ver con el tronco fornido bien oscuro y de pocas ranuras, hojas anchas y con pelusas y panícula floral abundante.

El ingeniero forestal Germán González Salema explica que el estallido sigue los mismos parámetros del lapacho rosado, es decir, se rige por los golpes de temperatura y cambios intermitentes en el clima. Siempre florecen en torno al mes de setiembre, más tempraneros o un poco retrasados.

Como en un preludio primaveral, hay una verdadera fiesta de color que se dan las aves, abejas y mariposas entre las floridas ramas.

En cada esquina de la ciudad, y donde menos uno espera, se encuentra con las ramas pintadas de oro. La floración intensa la comparten plantas aún pequeñas, medianas o añosas.

A nadie pasan inadvertidos estos follajes que reemplazaron el verde por el áureo color. Y pese a los avatares del intenso tráfico, la contaminación propia de la ciudad y el cableado entrecruzado que suele priorizarse a sus ramas, los lapachos regalan todo su esplendor.

Según datos recabados de internet, esta especie de lapacho fue descrito originalmente en el año 1948 por el botánico Noel Yvri Sandwith, bajo el nombre científico de Tabebuia pulcherrima. En 2007 fue transferido al género Handroanthus por Susan O. Grose.

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