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Una minirrevuelta estudiantil separó a Riera del Viceministerio de la Juventud (1994 y 1996), dependiente del MEC, y lo llevó a enfrentarse con el entonces ministro de Educación y luego presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos.
El problema fue anular un decreto de Stroessner que prohibía los centros de estudiantes. Riera quería democratizar los colegios, probó en cuatro instituciones y se logró la destitución de cuatro directores de colegios por hechos de corrupción. Lo que motivó el enojo de Nicanor. 21 años después de aquello, otro levantamiento estudiantil lo reincorporó al MEC, pero esta vez, como ministro.
–¿Cuál es tu enfoque en esta administración?
–Un estilo de gestión proactivo. Un ministerio más cerca de la gente. Hay que reatar los hilos de trabajo con las autoridades locales y el MEC.
–¿Cuál es la mayor dificultad en los primeros meses de gestión?
–La primera es la falta de capacidad de ejecución del Fondo Fiduciario para la Excelencia de la Educación y la Investigación. Me encontré con US$ 200 millones de poca o nula ejecución. Además de eso, hay 120 millones de dólares de otros fondos, como los del BID o la Unión Europea.
–¿Y las demás fallas?
–El uso de la burocracia convencional, que funciona solo con el día a día y que le traga a cualquier ministro si no aprende a delegar.
El MEC te devora con los problemas diarios de cualquier comunidad educativa. Esa máquina que te pone 30 sellos cada vez que necesitás un documento no puede hacer 1.000 escuelas, no puede capacitar a miles de docentes ni incorporar tecnología en el aula.
–Pero, ¿cuál es la solución?
–La primera medida fue la creación de una unidad ejecutora de proyectos que sea autónoma.
–¿No existía ya acaso?
–Sí, había una desde febrero, pero no estaba funcionando ni tenía muchas facultades. Entonces, anulamos el decreto de su constitución y creamos otro con mejores facultades.
Pusimos los doce proyectos financiados por los US$ 320 millones a cargo de eso. Esto no se mezcla con ningún proyecto o fondo. Es el MEC misional.
–¿Pero se puede combatir la burocracia?
–Sí. Para dar una idea, el director administrativo firma 14.000 cheques por mes. Tiene el dedo hundido. Obviamente, eso ya lo delegamos. Uno no puede hacer todo el trabajo.
–¿Cuesta delegar en el MEC?
–Sí, hay que delegar responsabilidades y controlar, no tenemos otra alternativa.
–¿Qué grandes proyectos tiene hoy el MEC?
–Tenemos tres grandes proyectos. El primero es el fondo de 67 millones de dólares para la construcción de 675 escuelas inclusivas en todo el país.
–¿Qué tendrán las escuelas inclusivas?
–Estarán bien equipadas. Van a tener rampas, baños diferenciados, comedores escolares, alambrado perimetral, conexión a internet las 24 horas, bibliotecas, salas de informática, canchas, alcantarillo sanitario y agua potable.
–¿En los 17 departamentos?
–Sí, van a ser escuelas referentes. Para lograrlo tuvimos que armar paquetes atractivos para las empresas, son paquetes regionales que beneficiarán a los niños. Recibimos algunas críticas, porque estábamos atrasados con algunas empresas.
En el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012) se creó el Proyecto 111, que pretendía construir 111 escuelas, pero ni se terminaron 80. Algunas no se pagaron, porque se adjudicaron a empresas que no tenían infraestructura ni recursos para construir las aulas.
–¿Hay investigaciones judiciales sobre el caso?
–Sí, la justicia ya está investigando con algunos casos. Cuando se construye escuelas se trata de la educación de los chicos, no es algo para tomarlo en broma. Estamos saldando las cuentas, estamos pagando.
Por eso decidimos cambiar las reglas del juego y modificar las bases y condiciones. Queríamos a las empresas que construyen departamentos sobre la Avda. Santa Teresa, necesitamos escuelas de gran calidad en el interior.
–¿Tendrá un método de control más riguroso?
–Sí. Son 14 paquetes grandes en total que son controlados fielmente. El 85% es obra nueva y el 15% es reparación. El dinero está blindado, no depende del humor de los políticos. Es el emprendimiento más grande del país.
Ni durante la dictadura de Stroessner se tuvieron tantas escuelas y bien equipadas como ahora. Las primeras se entregarán en diciembre.
–¿Cuáles son los otros proyectos?
–La capacitación de 50.000 docentes, para lo cual tenemos US$ 50 millones. Queremos consolidar los Institutos de Formación Docentes (IFD) y especializar a los docentes en determinadas áreas. Necesitamos especialistas en educación inicial, en educación técnica, por ejemplo.
Queremos hacer de cada centro IFD un referente, en un determinado segmento. No podemos educar a todos de la misma forma, todas las áreas deben ser atendidas.
–¿Las becas están incluidas en este proyecto?
–Sí. No solo las becas CA. Las capacitaciones de los últimos años no dieron resultados, por eso cambiamos. Hoy cuesta encontrar a un profesor paraguayo con título universitario.
Los que accedan a las becas no solo serán capacitados, sino que deberán aplicar proyectos desarrollados en las universidades donde estudien. Esto se hará con tutoría de docentes extranjeros y control del MEC.
–¿De qué trata el proyecto de “año sabático”?
–Vamos a seleccionar a 1.000 docentes de todo el país y darle un “año sabático”. Sería reemplazarles en el aula y enseñarles durante todo un año, intensivamente, para que luego pongan en práctica lo aprendido.
Durante el año solo se dedicarán a estudiar, y seguirán cobrando normalmente sus sueldos. Es un proyecto revolucionario.
–¿Y el tercer proyecto?
–Es el más insólito. Se trata de un fondo de 120 millones de dólares para la incorporación de tecnología en aulas. Aquí hablamos de tener pizarras digitales, videos tutoriales, bibliotecas digitales con contenido completo y conectividad digital de 24 horas. Es un gran proyecto, a mediano y largo plazos.
–¿Está cambiando el sistema educativo?
–La visión que tenemos en el MEC ya no es la que se tenía en los 90. La reforma educativa tuvo dos principales ejes: la educación con valores democráticos, ya que veníamos de una escuela muy autoritaria, y la segunda era que ningún chico quede fuera de la escuela. Se impuso la cobertura en el sistema educativo.
Todo el mundo se puso a construir escuelas, desde el MEC, pasando por municipalidades y comisiones vecinales.
–¿Cuántas escuelas se construyeron así?
–Alrededor de 7.500, pero no se pudieron mantener porque en muchos casos, se levantaban aulas solo con polladas, rifas y eventos solidarios y no con apoyo del MEC.
De ellas, en 3.500 intervinieron el ministerio o alguna intendencia, y en los demás 4.000, nadie. No pudimos gestionar. A esto se sumó la migración del campo a la ciudad. Todavía tenemos en el interior escuelas con plurigrados y docentes que no se mudaron de sus comunidades.
–¿Pero ya hay algún plan de solución?
–Sí, queremos fortalecer y asistir a 5.000 de las 7.500 escuelas y transportar a los niños a las escuelas. El transporte también es importante en el proceso educativo.
–Los secundarios echaron a la ministra anterior. ¿Sentís presión del sector estudiantil?
–A los estudiantes hay que agradecerles, más allá de si estamos o no de acuerdo con sus métodos de protesta o lenguaje, que instalaron en la agenda nacional la educación. Con ellos tenemos la MTE, Mesa de Trabajo Estudiantil, con quien nos reunimos una vez al mes. Estoy en contacto con los líderes originales que propiciaron la revuelta.
Actualmente, solo existen 650 organizaciones juveniles en los colegios, entre centros de estudiantes o consejo de delegados.
–El Gobierno promueve ahora la creación de centros con el programa “Herederos de la libertad”. ¿Por qué?
–Porque tenemos que garantizar la libertad de oportunidades, ya existían otras organizaciones que hacían lo mismo.
–Pero los estudiantes deben ser independientes.
–A eso apuntamos. No deben ser manipulados ni por las ONGs ni por el Ministerio de Educación. Los estudiantes deben aprender a jugar el partido solos.
equintana@abc.com.py