“Ojalá pueda ser como mi mamá”

Empresaria y actriz Claudia Scavone, como tantas mamás contemporáneas, se reparte entre su familia y el trabajo. En ambos planos tiene muchas obligaciones que cumplir y lo hace con esmero. Pero hoy, además y sobre todo, sus mellizas son su feliz y gran desafío.

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Casada con Ricardo Rodríguez Escobar, el 20 de febrero de 2015 nacieron las mellizas Claudia María y Valentina María. La familia se agrandó, los flamantes padres disfrutan de una vida felizmente movida. En el mes de las mamás quisimos tener una semblanza de Claudia. “Soy actriz, empresaria, conductora y reportera –comenta resumiendo sus labores–, hice teatro, cine y televisión nacional; a nivel internacional, desde el 2003, reportera para CNN”.

Confiesa que no le costó convertirse en mamá y si le hubiera tocado sufrir el parto normal o complicaciones durante el embarazo, después de ver a sus hijas, nada hubiera importado. “Soñaba con un parto normal, pero mi ginecólogo me dijo que por la salud de las niñas sería mejor la cesárea. Nacieron prematuras, así que no habían desarrollado la capacidad de succión. Me ayudó muchísimo una experta en lactancia, con paciencia y perseverancia logramos que pudieran mamar. Para mí eso era muy importante, al punto que todavía sigo amamantándolas”.

–¿Cómo te llegó la maternidad?

–Como una bendición ¡y doble! En mi familia, por el lado materno, ya había antecedentes. Siempre estuve convencida de que Dios no te da nada que no puedas asumir. Soy una persona con mucha fe, de familia tradicional católica. Muchas veces recurrí a la Virgen de Guadalupe cuando necesité fortaleza, como cuando las nenas no mamaban.

–¿En este rol te sentís parecida a tu mamá?

–Supongo que toda madre deja una impronta en sus hijos, pero no sé si soy igual que ella. Ojalá pudiera parecerme a mi mamá (María Odila), en cuanto al amor al prójimo, la paciencia, la vocación de servicio. ¡Es una mujer con tantas virtudes y nos dio tanto amor! No podría decirte en qué me parezco pero con tener un 10% de ella, me sentiría más que feliz. Es mi modelo, mi ejemplo a seguir.

–¿Qué criticabas de otras mamás antes de convertirte en una?

–En algún viaje me ha tocado viajar con bebés, y algo por ahí me molestaba. Ahora que viajo con las nenas recuerdo esa época, pero parece que les encanta viajar, salieron a mí (risas). Son muy tranquilas.

–¿Cómo lidiaste con el sobrepeso por el embarazo?

–Dejé varias actividades deportivas, solo hacía caminatas. El último mes y medio, reposo absoluto. El cuerpo siente todo, pero ya estoy retomando mis actividades normales, supongo que en poco tiempo más me sentiré mejor; aunque una siempre es exigente.

–¿Cuál es tu habilidad para manejar tus tiempos?

–Empresaria, artista y mamá, no sé cómo lo hago, pero logro compartimentar cada cosa. Ya me acostumbré. Incluso estoy viendo una propuesta para volver a trabajar en una película y retomar el programa de televisión. Las mellis me acompañan en la oficina. Cuando “Felices los que lloran” tuvo una nominación en Argentina, viajaron conmigo. Si puedo siempre las llevo y es como una mudanza: carritos, mamaderas, pañales, sillitas, ropa, aceites, cremas… Ni diariamente hay cartera que aguante, ahora bolsos y bien pesados.

–Todavía son bebés, pero llegará el momento de hablar de sexualidad, de ser mujer, esa educación las marcará de por vida.

–Educaré a mis hijas respetando su sexo y su naturaleza. Sigo muy de cerca las sugerencias del papa Francisco, mantener la mente abierta a los aparentes cambios, ya que el Plan Divino no cambia, se va descubriendo.

–Y cómo explicarle a un niño la violencia reinante.

–Por suerte son muy chicas para tener que explicarles lo inexplicable. Espero que cuando tengan la edad para entender, ya no tenga motivos para explicar. La violencia no es una cuestión coyuntural, es una consecuencia directa de la educación. Una educación que debiera comenzar en quienes gobiernan para incluir valores no solo en la currícula educativa, sino también en las normativas de los entes públicos.

–¿Cuál es la esencia de la maternidad?

–Mi firme convicción es católica y ella me muestra a María como la síntesis absoluta de la maternidad; acompañó a su hijo hasta la cruz. Quizás podría decir que madre es la mujer capaz de acompañar a su fruto hasta la realización de su vida. Y aún más allá, proyectarlo sobre la humanidad. Una piensa que ser madre es dar vida, pero ser madre va más allá, es aprender a dar la vida. Con mis hijas aprendí a tener un verdadero motivo por el cual vivir, crecer y soñar. Es como si todo lo que viví previamente hubiera sido una preparación para ser lo que hoy soy: madre.

lperalta@abc.com.py

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