Cargando...
Advierte que existen alertas muy concretas, “pero debemos saber que los niños no siempre manifestarán que hay algo que no está funcionando bien. Muchas veces no saben ponerlo en palabras, o simplemente no se dan cuenta del problema.
Como padres, lo ideal es estar atentos a síntomas habituales, como:
* Cuando el niño manifiesta que está viendo borroso.
* Cuando expresa tener dificultades para copiar en clase.
* Cuando aparecen dolores de cabeza frecuentes.
* Cuando el niño manifiesta que le duelen los ojos.
“Estas alertas se presentan generalmente cuando el niño vuelve del colegio, o después de actividades que requieren mucho tiempo de fijación de su mirada, como por ejemplo leer o ver televisión”, destaca Bareiro.
“La buena noticia es que todos estos “vicios de refracción” que pueden padecer nuestros niños pueden tratarse de manera sencilla, mediante la utilización de lentes. Estos serán recetados luego de un correcto diagnóstico del profesional oftalmólogo, y servirán para compensar este malfuncionamiento de los lentes naturales del ojo, mejorando la calidad de vida del niño, previniendo que estas situaciones se tornen irreversibles y hasta mejorando su desempeño escolar”, afirma.