La Resurrección de Cristo

La celebración del Domingo de Pascua empieza con la vigilia pascual que se debe celebrar después de que anochezca el sábado y terminar antes de que amanezca el domingo. Por algunos siglos esta era la única celebración eucarística que se tenía el domingo. Sin embargo, cuando en la Edad Media la vigilia fue trasladada a la mañana del sábado, la misa del domingo adquirió una importancia fundamental.

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¡El Señor resucitó, aleluya!

Después de toda esta semana intensa, cómo no explotar de alegría con esta noticia. Cristo resucitó. La vida venció a la muerte. Ni la muerte es más fuerte que Dios. La sepultura está vacía. María es toda alegría, no fue defraudada. Como también no lo seremos ninguno de los que en Él esperamos.

La Resurrección de Cristo es la comprobación de que su proyecto de amor y de servicio era correcto y que vale la pena asumirlo. Que perdonar a los demás aun cuando nos clavan es lo mejor para no cargar pesos en el corazón. Que dar la otra mejilla no significa ser el perdedor. Que amar y ayudar hasta a los enemigos no es ser tonto. Que el cielo es el mejor lugar para guardar nuestros tesoros. Que no necesitamos pisar a nadie para poder crecer. Que lavar los pies de los demás espontáneamente no es perder la dignidad. Que acoger a los pecadores y a las prostitutas no me contamina. Que no juzgar o condenar a nadie no me hace un despistado.

La Resurrección de Cristo nos hace soñar que un mundo nuevo es posible. Nos devuelve la esperanza, pues el mal aun siendo fuerte no vencerá. Porque solamente Jesús venció al mundo, y aquellos que están con él pueden participar de su victoria.

La gran buena noticia

Las mujeres van al sepulcro en la mañanita del domingo, cuando aún era oscuro, para dar al cuerpo de Jesús los honores que se hacían a los muertos. Ellas no pudieron hacerlo el viernes por la prisa, ya que tenían que sepultarlo antes del atardecer. El sábado no se podía hacer nada. Ellas estaban buscando solo un cadáver. Querían colocar los aromas, despedirse más sentidamente, y después entregar a Jesús a la tierra para que se descompusiera. Luego de esto, pensaban en volver cada una a su vida anterior, sabiendo que con Jesús ya no podrían contar más, pues él ahora pertenecía al mundo de los muertos.

Por eso, cuando escuchan la voz de los ángeles que les dicen: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, resucitó”, sus corazones se llenan de alegría, por dos motivos: en primer lugar porque Jesús había vuelto de la muerte. Aunque lo habían asesinado, Dios lo había resucitado, y él podía continuar interviniendo en la historia. Ellas no tenían que retornar a sus vidas de antes, pero sí podían continuar con la propuesta de vida nueva que les había hecho Jesús.

En segundo lugar: porque la Resurrección de Jesús cambiaba completamente la relación del hombre con la muerte. En Él, todos pueden vencer a la muerte. Lo que Dios hizo con él puede hacer con todos los hombres que se unen a él. En Cristo, Dios puede hacer nuevas todas las cosas. La Resurrección de Cristo hace cambiar toda la perspectiva de futuro.

El hombre creyente ya no vive la angustia de la muerte, ya no se siente impotente y ni la teme.

La Pascua y el año santo de la misericordia

La Resurrección de Cristo confirma que Él es el verdadero rostro de la misericordia del Padre. Y los que quieren ser auténticos cristianos tienen que recurrir al camino de la misericordia. Es el resucitado quien envía la Iglesia al mundo como un signo de perdón, amor y servicio.Y nadie debe ser excluido del servicio de la Iglesia. No se pueden anteponer al amor las reglas y normas.

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