La muerte le dio notoriedad a otro héroe anónimo

Guido Aponte era un ciudadano más, metido en su día a día, hasta que a causa de su glaucoma fue perdiendo la vista. Sin embargo, no se acobardó y pronto aprendió un nuevo oficio para ganarse la vida honestamente. Pero también empezó a luchar para que se respeten los derechos de los no videntes, así como del acceso a buenos servicios y medicamentos en la Secretaría Nacional para Personas con Discapacidad (Senadis), donde durante una manifestación tuvo un ataque cardíaco que le costó la vida.

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Guido, quien vivía con su hermano Mauro y la familia de este en el barrio San Antonio de la Quinta Compañía de Capiatá, empezó a perder la vista hace cuatro años hasta que quedó totalmente ciego al poco tiempo, a causa de problemas de retina, por diabetes. Sin embargo, su energía vital y disciplina le ayudó a sortear el gran obstáculo que le presentaba la vida.

Mauro recordó que desde entonces para él fue como volver a nacer porque tenía que aprender muchas cosas de nuevo, para poder desenvolverse solo, porque le gustaba ser independiente.

Antes recorría vendiendo diversos artículos, pero como ya no iba a poder hacerlo en forma decidió estudiar un año para ser masajista para seguir ganándose la vida, como hombre a quien gusta el trabajo. Habilitó una sala con una camilla en la casa de su hermano, que hoy está cerrada ante su infinita ausencia.

Guido también acudía a una fraternidad denominada, según su hermano, “Hombres de Negocios del Evangelio”, donde además de rezar, practicaban el compañerismo y se auto ayudaban. Algunos incluso le acompañaban hasta diversos lugares del país, cuando Guido ya se recibió de masajista, para poder atender pacientes.

Él conocía que por Ley Nº 3365/2007, “que exonera a las personas con discapacidad visual, del pago del pasaje en el transporte terrestre”, y el Decreto Nº 5521 del Poder Ejecutivo, que reglamenta la normativa y también extiende este beneficio a su acompañante. Sin embargo, cada vez se encontraba con falta de voluntad por parte de los transportistas, agencias de viajes y demás para cumplir la normativa.

Así comenzó a reclamar el cumplimiento de la ley no solo ante las empresas prestadoras del servicio, sino a través de los medios de comunicación. Entre ellos hizo extensiva su queja por radio Cardinal donde acostumbraba a llamar. Su voz ya era conocida por propios y extraños.

También otra preocupación constante era el peregrinar sin mayores soluciones, desde hace unos seis meses, en cuanto a insumos, medicamentos y más profesionales, en la Secretaría Nacional para Personas con Discapacidad. Ellos conversaban, se autoalentaban, eran como una gran familia en busca de mejorar su calidad de vida.

Tal es así que cansados de implorar por sus derechos pisoteados, decidieron salir a cerrar la calle frente a la institución ubicada en la ciudad de Fernando de la Mora, el miércoles 27 las 11. Algunos estaban con sus muletas, otros con sus sillas de rueda y Guido Aponte, con su bastón blanco, gritando todos queremos remedio, y cerca del mediodía se desploma y cae al asfalto este hombre luchador, por un ataque al corazón que se lo lleva al infinito, pero deja un claro mensaje a la sociedad y a las autoridades de replantearse muchas cosas.

adelval@abc.com.py

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