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La inmensidad de los árboles, en cuyas ramas abundan aves y monos, motiva la reflexión sobre la importancia de la naturaleza para la existencia del ser humano. Tras el relajante paseo por la generosa vegetación que incluye los últimos ejemplares de palmito en estado natural, aparece la casa de madera de dos plantas que habitó Moisés Bertoni con su familia, desde su llegada al Paraguay a finales del siglo XIX hasta su muerte en 1929. La propiedad de 199 hectáreas fue donada al Estado Paraguayo en 1955 por los herederos y pasó a convertirse en patrimonio histórico, bajo administración del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Décadas atrás, el complejo se mantenía tal como quedó a la muerte de su ilustre dueño. En estado de deterioro, por efectos de la humedad y las alimañas, existían libros y documentos en grandes cantidades. Se veían mapas, apuntes científicos sobre la flora y la fauna paraguaya, hasta varias fotografías. Un poco antes del año 2000, con financiación de la Agencia de Cooperación Suiza Helvetas, la museóloga Alejandra Peña trabajó en la puesta en valor del complejo. Se restauró la casa y se organizó un museo. Las salas de arriba se ambientaron con una serie de elementos que pertenecieron al sabio suizo: una cámara fotográfica, álbumes de retratos, discos de pasta, su galera, su maleta de viajes. En otros espacios se colocaron series de frascos con reptiles formolizados, estantes repletos de cráneos de tapir, monos; huevos, caracoles, mariposas y diversos restos de animales silvestres. También se ubicó el escritorio y los materiales que Bertoni utilizaba para registrar sus investigaciones. Se retiró del lugar la enorme colección de papeles: miles de libros de la biblioteca y materiales impresos por Moisés Bertoni en su imprenta Ex Sylvis (En medio de la selva), instalada en el lugar en 1918. Ese lote de materiales, calculado en 17.000 volúmenes, se trajo para la restauración y al parecer quedó en Asunción en una biblioteca habilitada por el Ministerio de Agricultura.
Hoy, el Monumento Científico Moisés Bertoni permanece cerrado al público. Un proyecto inconcluso, encarado conjuntamente por La Secretaría del Ambiente, Secretaría Nacional de Turismo y Ministerio de Cultura, con Fondos de la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem) introdujo una serie de obras edilicias que desvirtúan el sentido original del patrimonio histórico-cultural de la nación. Se construyeron un puesto de control y registros a la entrada, un amplio centro de información, que antes de su finalización está lleno de kupi’i, un tanque elevado de agua y un estacionamiento para autos, bajo media sombra. Y para todos estos trabajos se procedió a echar parte del bosque, que justamente es la última masa boscosa del Alto Paraná que queda en la zona y era el tesoro de Bertoni. Y, como si todo fuera poco, se colocaron escaleras de metal y se introdujeron blíndex como separadores y en las ventanas de la casa de madera que en su estado original permitía interpretar cómo era la vida del sabio suizo en medio del monte.
Casa frente al inmenso río Paraná
Desde el hall de la planta alta de la casa Bertoni se observa un paisaje espléndido del inmenso río Paraná. Toda la vista se embellece con la vegetación del entorno. Y cerca de la casa del sabio se ubica el cementerio familiar de los Bertoni, que cobija el sueño eterno de algunos de sus miembros. Desde el museo parten algunos caminitos que conducen a los atractivos naturales de la propiedad. El sendero Kuri’y se dirige al arroyo con cascada, donde Moisés y su gente se daban refrescantes baños en verano.
Clausurado al público
El Monumento Científico Moisés Bertoni queda a 26 km de Presidente Franco (Alto Paraná). Un cartel indica el horario de visitas, de miércoles a domingos, de 8:00 a 15:00, con acceso gratuito, pero ahora está clausurado al público. Se llega por un camino de tierra de 16 km, que parte desde el ramal asfaltado que une Pdte. Franco con Los Cedrales. La rudimentaria vía, que transporta a un viaje en el tiempo, se abre entre plantíos de soja, maíz y trigo. Pocos carteles indicadores guían el trayecto.
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Fotos: ABC/Andrés Cristaldo