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“No tiene personal calificado porque se destruye enseguida la reparación. Es triste, vergonzoso y peligroso. Muchos ya se accidentaron allí. Nadie se queja porque solo provoca daños materiales y no víctimas fatales”, señaló Vidal Lezcano, un ciudadano que tiene un negocio en Callejón 1 y Overáva, donde hay un peligroso registro cloacal de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap).
Cuando llueve, la zona se vuelve más peligrosa aún porque el agua cubre el agujero en medio del asfalto y el canal de cloaca a cielo abierto sin valla de protección. Varios cayeron en los agujeros y en el canal de desagüe, según Carmen Jacquet, otra vecina.
De acuerdo con las informaciones de la propia empresa estatal son más de 300 registros cloacales viejos que requieren de arreglo urgente. Hace dos años había anunciado la reparación de los mismos con un nuevo método de ingeniería, pero apenas reparó una veintena.
El argumento de la antigüedad es poco creíble puesto que los registros cloacales nuevos también están comenzando a colapsar. Entre los ejemplos se pueden mencionar las obras en la avenida Aviadores del Chaco, cuya instalación concluyó a fines del año pasado. La obra estuvo a cargo del Consorcio Cuenca Este (Covipa y Constructora Heisecke), representado por Óscar Rubiani y Jorge Heisecke.
Lo mismo está ocurriendo con los registros del sistema instalado en todo el trazado de la avenida General Máximo Santos, desde su intersección con la avenida Perón hasta Artigas. También se puede mencionar la avenida Félix Bogado desde su unión con Quinta hasta Perón.
Si el Paraguay fue capaz de construir tres centrales hidroeléctricas, dos de ellas binacionales, que se encuentran entre las más grandes del mundo, cualquier pretexto para justificar la pequeñez de un registro de Essap averiado, resulta risible.