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Si bien para la designación de un cardenal se tienen en cuenta muchos aspectos, como la tradición, la geopolítica, la geografía y la población, la Iglesia Católica en el Paraguay tiene una rica trayectoria que puede justificar el tener un cardenal.
Podríamos mencionar varios argumentos, comenzando desde la misma fundación de Asunción, el 15 de agosto de 1537, que fue bajo el amparo de la Virgen, pero entre los más importantes mencionamos tres hechos: El obispado del Río de la Plata, con sede en Asunción, se creó por Bula del papa Paulo III el 1 de julio de 1547, en calidad de diócesis sufragánea del Arzobispado de Lima. En 1617 se produce la división de la Provincia del Paraguay en dos gobernaciones. Buenos Aires, capital de una de ellas, se erige en obispado, independizándose del de Asunción en 1620. Al crearse el Arzobispado de Buenos Aires en 1865, Asunción, primera sede diocesana del Río de la Plata, pasa a ser sufragánea de la metrópolis bonaerense. Es decir fue madre de diócesis, pero degradada por una decisión que se tomó en la Nunciatura del Brasil, país que estaba en guerra con Paraguay.
El segundo acontecimiento importante para el Paraguay fue la canonización de San Roque González de Santa Cruz, el primer santo del Mercosur, del que el Papa Francisco se ha manifestado admirador.
El tercer hecho es que el 90% de la población se confiesa católica, con sus virtudes y defectos.
El Vaticano ha nombrado cardenales por todo el mundo (ver infografía) y ha dejado de lado al Paraguay.
A varios cardenales que visitaron el Paraguay le he preguntado por qué nuestro país no tiene un purpurado, algunos de ellos argumentaron las razones geopolíticas, la tradición... y otros tantas razones explicadas más arriba. Algunos purpurados, más sinceros, en cambio respondían que la designación es de competencia exclusiva del Pontífice.
Todo daba a entender que Mons. Felipe Santiago Benítez, uno de los redactores del Catecismo de la Iglesia Católica, junto a Joseph Ratzinger y otros, iba a ser el primer purpurado, pero tampoco fue designado.
Con la asunción del papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio, todo indicaba que el Paraguay tendría su primer cardenal. El nuevo Pontífice conoce la Iglesia Paraguaya, a sus fieles y especialmente a las mujeres paraguayas, a quienes no se cansa de elogiar por su valentía “por salvar la nación, su cultura y su fe”.
Sin embargo, una vez más el Paraguay es relegado.
Los más maliciosos dijeron en algún momento que el Paraguay nunca tendrá Cardenal porque el Mariscal Francisco Solano López mandó fusilar al obispo Manuel Antonio Palacios en Potrero Mármol, minutos antes del inicio de la batalla de Lomas Valentinas, el 21 de diciembre de 1868. También sumó la conducta indecorosa del entonces obispo Fernando Lugo. Y seguramente allí estará también el último escándalo que motivó una intervención del Vaticano en la Iglesia en el Paraguay, sustituyendo al obispo de Ciudad del Este, Mons. Rogelio Livieres Plano.
Pero casos y ejemplos de esta naturaleza sucedieron también en otros países. De ahí que tampoco es una excusa para marginar al Paraguay.
Otros estudiosos igualmente mencionaron la poca formación intelectual de los obispos paraguayos, argumentos que se desvanecen frente a personalidades como los obispos Ismael Rolón, Felipe Santiago Benítez. Entre los actuales también están el actual arzobispo Edmundo Valenzuela y por qué no Ricardo Valenzuela, obispo de Villarrica.
Lo cierto es que el papa Francisco, al igual que sus antecesores, una vez más, marginó al Paraguay. Según los vaticanistas, en noviembre próximo, el Pontífice realizaría una visita al continente y estaría en su agenda visitar Bolivia y Paraguay; quizás en esa ocasión se acuerde y traiga en el portafolio la bula con la gran noticia: el primer cardenal para el Paraguay.
avelazquez@abc.com.py